2007?
Fue por una de esas casualidades que suelen favorecer la carrera de los grandes mitos del deporte que Fernando Alonso, con doce años recién cumplidos, llegó a L'Escala (Girona) para comenzar la que sería su su fulgurante carrera de piloto.
Durante seis temporadas de carreras el matrimonio formado por Josep y Maria Marcó Matas tuvo como huésped al campeón asturiano. El hijo del matrimonio Marcó, Genís, posee actualmente la escudería número uno de España, Genikart. En aquel tiempo ya era una de las más importantes.
Josep Marcó, más conocido como Pravi en l'Empordà, regenta dos pistas de karts en L'Escala y L'Estartit, por donde han pasado, entre otros, los hermanos Marc y Jordi Gené y la mayoría de pilotos de fórmula españoles.
Josep Marcó recuerda cómo fue posible que Alonso llegara a su hogar donde fue acogido como un hijo por él y su esposa y como un hermano por Genís, la persona que posiblemente más entiende de karts en nuestro país, tanto como constructor como importador de las marcas punteras.
“A mediados de 1993 suministramos material a un karting recién inaugurado en Asturias. Tras cerrar el acuerdo le dijimos a su promotor, José María Echevarría, que si tenían algún chaval prometedor que nos lo enviasen, ya que Genís quería formar pilotos con proyección. Quince días después llegaba un chaval de 12 años que viajó solo en el avión desde Asturias y que recogimos en Barcelona”, recuerda Josep Marcó.
“Era un chico muy tímido. Parecía asustado. Genís ya había crecido y vimos en Fernando a un segundo hijo. A los pocos días de llegar a Catalunya disputó una carrera en Mora d'Ebre y la ganó. Era la final del Campeonato de Catalunya y sus rivales eran mayores que él. Quedamos impresionados. En aquel momento vimos en él a un campeón en potencia”, señala.
Y a partir de aquel momento la familia Marcó invirtió mucho tiempo y dinero en Fernando: “Su padres, que son grandes amigos nuestros, no tenían recursos, pero les dijimos que no se preocuparan. Pusimos el mejor material a disposición de Alonso desde el primer día. Se lo merecían porque el muchacho era una gran promesa y sus progenitores son gente de bien”.
Y ahí comenzó la carrera de Fernando en los karts. Una carrera ya en serio, con proyección de futuro. Genís y fernando viajaron por España y Europa participando en carreras semana tras semana: “Alonso se llevaba siempre una almohada que abrazaba en el coche para dormir. Era casi un niño, pero su cabeza trabajaba siempre a enorme velocidad tanto en las carreras como fuera de ellas. Era muy callado, pero cuando hablaba era para acertar en algo. Ya entonces se le notaba el áurea de campeón en su modo de ser, en sus ademanes, en sus gestos. Con mi esposa y Genís creímos en él desde el primer momento”.
Josep Marcó quiere también incluir a una persona en la formación de Alonso: el italiano Mauro Pozzi, mecánico de Iame-Parilla. “Mauro me dijo un día, cuando Alonso tenía unos 13 años, que 'este chaval tiene la mirada de Senna'. Accedimos a los deseos de Pozzi, que quería verle de cerca, y nos fuimos a Italia para que probara los mejores karts de competición. Pero aquel día llovió y se frustró la prueba. Días después ganaba el Trofeo Industria, una de las pruebas más selectas del calendario italiano, sin haber probado antes el kart que tenía que conducir ante lo más selecto del karting italiano, un país de grandes pilotos”.
Un plus de calidad
Lo mejor de Fernando, según 'Pravi' Marcó, es que se trata de un piloto que va rápido con todo lo que vaya accionado por un motor y que en los momentos de dificultat ha suplido siempre su desventaja en experiencia y en mecánica con un plus de calidad que no se sabe de dónde saca.
“En el Campeonato de España de 1994 dimos órdenes a él y a Antonio García, nuestros pilotos oficiales, que abandonaran en la prefinal para ahorrar neumáticos para la final. Pero Fernando dio una vuelta más. Se excusó diciendo: 'Así saldré delante suyo'. Al día siguiente ganaba el Campeonato”.
“Con el padre de Fernando hemos llorado juntos muchas veces. Por ejemplo, cuando fue tercero en el Mundial'95 y al año siguiente cuando fue campeón en Bélgica. Si mal no recuerdo era en aquel momento el más joven campeón de karts de la historia. Como ahora en la F-1”, explica para añadir que “su madre nunca ha podido abandonar su papel de madre. Un día oí que le decía en Montmeló: 'No te hagas daño, pero corre mucho, mucho'. Forman una familia entrañable”.
Sobre Alonso descubre que “sólo comía huevos y carne. Le encantaba mojar pan en la yema. Y los bistecs se los comía a pares”.
Sobre si algo ha cambiado en Alonso desde que la fama y los éxitos se han unido a él, Josep Marcó señala: “Espero que no. Hasta hace poco nos llamaba antes de las carreras. Yo le daba mi opinión. Y él me explicaba qué haría y cómo lo haría. Acertaba casi siempre. Sabe leer las carreras como nadie. Improvisa la estrategia sobre la marcha y tiene una habilidad para estar delante sin tener el coche más veloz. Esto ya ocurría en los karts. Este año estuvimos en Imola y Fernando seguía siendo el mismo que conocimos. Espero que no cambie. Desde hace un tiempo no nos llama, pero comprendemos que debe estar desbordado”.
Nunca protestaba
Marcó resalta que Alonso nunca protestaba por la mecánica de que disponía, que si un motor le gustaba, aunque no fuera el mejor, no quería cambiarlo por otro más fiable. “Sabía arreglárselas él solo. Quería saber siempre lo que tenía entre manos, pero no exigía tener lo mejor, o al menos, tanto como los demás. Le bastaba estar una décima atrás, para poner él de su parte y superar esa desventaja. Ese 'algo más' que ponía de su parte, y que no sabemos de dónde lo sacaba, es lo que le ha hecho campeón”.
El orgullo por haber ayudado a ser campeón del mundo a Fernando Alonso es algo que los Marcó no pueden ocultar. “Es muy difícil de explicar lo que sentimos cuando vemos que todo aquello que intuimos desde el primer día, cuando aterrizó aquí con 12 años, se ha convertido en realidad”, dice emocionado. Además, de un tiempo acá llegan turistas extrajeros a su karting de L'Escala y preguntan si es el lugar donde Alonso aprendió a pilotar, con lo que hasta su instalación ha traspasado fronteras.
Como única recompensa Josep Marcó quiere que Fernando les permita bautizar el circuito de L'Escala con el nombre de 'Circuito Fernando Alonso': “En esta pista él creció como piloto y también como persona. Genís y él se pasaban días enteros probando entre carrera y carrera. Seguro que nos dirá que sí. Se trata de nuestro segundo hijo, aunque hace años que se fue de casa para... ser campeón del mundo”.
A los Marcó les queda ahora el recuerdo de una experiencia única, como si hubieran vivido una película. Sus álbumes de fotos contienen mil y un recuerdos de aquel niño que en el otoño de 1993 aterrizó en El Prat procedente de Oviedo y que ahora es el más joven campeón mundial de la F-1.
elmundodeportivo.es
viernes, 25 de noviembre de 2011
Las 'raíces' catalanas de Alonso
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Una estrella puede tener dos padres 2003
Elmundo.es - Javier Olave - Abril 2003
Una frenada a 300 por hora dentro de un Fórmula 1 es poco al lado de algunos sobresaltos, como que suene el teléfono y quien llame sea Ferrari o que el gran jefe Bernie Ecclestone esté esperándote en su mesa de trabajo. Eso es lo que le ha pasado a Fernando Alonso. Acaba de subir al podio en el Gran Premio de Malasia, donde ha llegado de la mano del ex piloto Adrián Campos, su representante y padre deportivo.
“Yo quería ser piloto de motos, pero en mi pueblo había un chico que siempre me ganaba. Pensé que, si en mi pueblo me ganaba uno, en España me ganarían 20, y en el mundo muchos más. Así que me dediqué a los coches. Yo llegué a piloto de Fórmula i. Pero resulta que aquel chico de mi pueblo fue cuatro veces campeón del mundo en moto. Se llama Jorge Martínez Aspar”. Adrián Campos Suñer (Alzira, i960), abrumado por su amigo Aspar, se retiró de las motos para emprender dos sueños. El primero, ser piloto de coches. Lo logró en 1987. El segundo, ayudar a que fuera campeón del mundo un niño que le pasó como una bala en un circuito de karts. Ese niño se llamaba Fernando Alonso, y es el epicentro de un violento terremoto.
En la madrugada española del sábado 22 de marzo de 2003 un español hizo por primera vez la pole en un Gran Premio de Fórmula 1, el de Malasia. Apenas 24 horas después, Fernando Alonso (asturiano de 21 años) cerraba un fin de semana histórico subiéndose al podio. Fue el prendido de la traca. Ardieron los noticiarios y los periódicos, se griparon los canales de fútbol por un domingo: después de medio siglo, un español había llegado a la Luna. Alonso relegaba a Michael Schumacher en la parrilla de salida y en la carrera. Al día siguiente, los diarios de medio mundo le señalaban como la nueva estrella mundial.
Unas horas después de ducharse con el champaña del podio, Alonso cenaba con su manager y padre deportivo, Adrián Campos, y con varios amigos, entre ellos Eddie Jordan. Todos se preparaban para ir al aeropuerto de Sepang cuando sonó el teléfono.
–¿Señor Campos? Le llamo de Zarzuela... Su Majestad tiene mucho interés en hablar con Fernando Alonso. Yo volveré a llamarle dentro de 20 minutos, y cinco minutos más tarde llamará directamente Su Majestad.
FELICITACIONES REALES.
Pasados 25 minutos, Campos le pasó el teléfono a Alonso. “Fernando, te he estado viendo esas 14 vueltas, paseando la bandera de España en cabeza, y se me han saltado las lágrimas”, le dijo el Rey mientras Alonso se separaba un poco el teléfono de la oreja, tapaba el micrófono y le hacía gestos a Campos: “¿Cómo debo llamarlo: Majestad, señor, usted…?”.
Efectivamente, toda la parte trasera del casco de Fernando Alonso es una bandera española. La Historia, caprichosa, recuerda un casco exactamente igual hace 20 años: el de Adrián Campos. Esa semejanza es solamente una casualidad, que contribuyó a que Campos se fijara en Alonso:
“Lo vi por primera vez en un karting indoor en el Palau Sant Jordi de Barcelona, en i996. Él tenía que disputar su manga con otros jóvenes, pero a la vez, llevaba la cámara para filmar nuestra manga. Allí estábamos René Arnoux, Arturo Merzario, Jacques Laffitte, Emilio de Villota, Luis Pérez-Sala y yo peleándonos por la victoria, cuando aquel chico se dejó pasar por todos para luego adelantarnos uno a uno y filmarlo todo. Me impactó, y también me llamó la atención su casco: llevaba una bandera española de lado a lado, como yo”.
Ésa fue la génesis de una asociación que ha hecho parada en el podio de Malasia y que acabará con Fernando Alonso como campeón del mundo de Fórmula 1.
“En toda mi vida, sólo he dicho que iban a ser campeones del mundo dos pilotos. El primero, Aspar. El segundo, Fernando. Ya tengo el 50% acertado. El otro 50% llegará pronto. Fernando y Renault estarán luchando por el título en 2005 o 2006”, afirma, rotundo, Campos, que podría haberse dedicado a ser un bon vivant, habida cuenta de la gran fortuna familiar de su abuelo, Luis Suñer, dueño de Avidesa durante décadas. Pero eligió un camino retorcido, lleno de curvas. Y plagado de asaltadores de bancos, navajeros de lujo y vendedores de humo: la Fórmula 1.
Tal vez, visto desde fuera, el panorama sea onírico. Pero, desde Alzira hasta el podio de Malasia, rumbo a ese escalón más próximo al cielo, hubo que atravesar los infiernos. Muchos llamaron niño rico a Campos: “Se equivocan. Jamás nadie me verá derrochar. Mi abuelo fue el primero que me enseñó lo que vale el dinero. Y sólo lo puso para mí un año, en 1983, cuando fabricamos los Fórmula 3 para correr”. Sin agobios económicos, pero con severa disciplina, Campos cumplió los 20 años sin haber podido hacer más que carreras a escondidas con su amigo Aspar. Entró a trabajar en Avidesa y, hasta obtener un despacho, tuvo que trabajar repartiendo helados. Cuando llegó el momento de convertirse en un ejecutivo, se reunió con su abuelo y jefe: “No quiero pasarme la vida aquí sentando pensando en que podría haber sido piloto de Fórmula 1. Tengo que intentarlo”.
Para entonces, ya habían pasado muchas cosas. Su abuelo –“la persona que más ha influido en mí”– fue secuestrado durante 90 días por ETA. Y Aspar, su gran amigo, ya había sido campeón de España y corría el Mundial, convertido en el delfín de Ricardo Tormo. “Mi vida ha estado siempre muy cerca de las carreras, y Aspar me daba mucha envidia. Yo también necesitaba correr”.
Años más tarde Campos y Aspar vivirían, junto a un ex alcalde llamado Eduardo Zaplana, otro sueño: la construcción del Circuito de Valencia, en el que uno es ahora responsable de la escuela de motos y el otro de la de coches. Y en esa fábrica de talentos recibió un empujón, entre otros, Fernando Alonso. Aunque aún hay que remontarse a la infancia de Fernando Alonso, cuando Adrián Campos se convirtió en piloto de Fórmula 1:
“Cuando llegué a Minardi, me preguntaron que quién iba a ser el español que iba a conseguir triunfar en la Fórmula i. Dije que aún no había llegado, que debía tener tres o cuatro años (Fernando Alonso tenía cinco)”. Cuando a Campos le preguntan ahora sobre quién será el siguiente Alonso, responde lo mismo: “Si existe, probablemente ahora tiene tres o cuatro años”.
Así que, mientras Alonso manejaba un kart fabricado por su padre en el parking de un hipermercado, Campos era la estrella del automovilismo español. Comenzó en 1982 corriendo la fórmula 1.430, en la que el título se le escapó, seguramente, por una brutal riada que devastó Alzira y estropeó su coche. En i983, con la ayuda de su abuelo, construyó y pilotó bólidos de F-3, antes de convertirse en piloto oficial de Volkswagen y tercero del Campeonato alemán de F-3 (en 1984); ese mismo año ganó el Gran Premio de la Lotería de Monza por delante de Gerhard Berger e Ivan Capelli.
En 1986 fue piloto oficial de Lola y probador del equipo Tyrrell de F-1. Y a finales de ese mismo año recibió una llamada del vicepresidente de Cita, la empresa canaria filial de West. “¿Te interesa hacer la Fórmula 1 con West en el equipo Zakspeed?”, le preguntaron.
En las negociaciones del contrato, Zakspeed acabó pidiendo 90 millones de pesetas extra. Campos llamó a la familia Sáez Merino, propietarios de Lois, amigos suyos de Valencia que siguen apoyando a su equipo hoy día. Con el patrocinio en marcha, Campos tuvo la idea de que, puestos a pagar, había un equipo mejor: Minardi. Así que negoció con Giancarlo Minardi su entrada en el equipo, en el mismo escenario en el que 13 años después tendría que negociar un contrato para su piloto Alonso…
Sus resultados en la Fórmula 1 no fueron brillantes. “Yo jamás dije que iba a ser campeón del mundo, sólo que iba a llegar a la Fórmula 1, donde estaban los mejores”, aclara modestamente. Corrió la temporada entera de 1987 y sólo parte de la de 1988, en la que tuvo como compañero de equipo a Luis Pérez-Sala. “En Montreal me bajé del coche, le di el volante a Giancarlo (Minardi) y le dije: ‘Conduce tú el coche, que yo ya no lo haré más’”. Su carrera deportiva finalizó con tres temporadas en el Campeonato de España de Superturismos, en el que consiguió el título.
Tiempo después recibió una llamada del alcalde de Benidorm: “¿Podemos reunirnos?”. Aquel hombre era Eduardo Zaplana. “Adrián, he visto en televisión el Gran Premio de Montecarlo de Fórmula i. ¿Crees que podríamos hablar con Bernie Ecclestone (el gran jefe de la Fórmula 1) y organizar el Gran Premio del Mediterráneo en las calles de Benidorm?”. Campos tomó un Vespino y, escéptico, recorrió las calles de la ciudad buscando un posible trazado. “Lo mejor sería hacer un circuito permanente”, le dijo a Zaplana. El alcalde y el ex piloto se fueron al catastro y buscaron unos terrenos. “Aquí es el sitio ideal”, dijo Zaplana, señalando una zona que había sido calcinada por el fuego. En aquel emplazamiento se levanta hoy Terra Mítica, pero Zaplana logró su circuito: lo situó dentro de su programa electoral y, elegido presidente de la Comunidad Valenciana, el circuito de Cheste fue una realidad gracias, en gran parte, al empujón de Campos y al de su amigo Aspar.
“Ahora que tenemos el teatro, necesitamos los actores que sustituyan a Aspar y Tormo”, les dijo Zaplana. Y Aspar y Campos organizaron las dos escuelas levantinas de conducción de dos y cuatro ruedas, coronadas por los equipos de elite. Campos fundó el equipo Adrián Campos Motorsport para correr la recién creada Fórmula Nissan –las Superfund World Series de hoy día– y contrató a Marc Gené y Antonio García. Cuando Gené ganó el campeonato y saltó a la Fórmula 1, Campos buscó el teléfono de aquel joven que, cargado con una cámara, le había pasado como una flecha en el karting de Barcelona. Desde aquel momento ya no le había quitado el ojo. Campos llamó al padre de Alonso y se encontraron en Alzira: “Ese día supe que Fernando sería campeón del mundo. Sólo me dijo hola y adiós, pero me recordó muchísimo a Aspar. Tenía la misma mirada, le importaban las mismas cosas, se comportaba igual, también hablaba poco… Mientras yo estaba con su padre, él no paró de dar vueltas alrededor del coche, sin dejar de mirarlo. No le importaba nada más”.
ENCUENTRO CASUAL.
José Luis Alonso, el padre de Fernando y hoy director del equipo de Adrián Campos Motorsport, venció su escepticismo –“¿de verdad que no tenemos que pagar nada porque Fernando corra en tu equipo?”– y firmó un contrato de tres años para que su hijo fuera piloto. Ese contrato se hizo pedazos en un año, y Campos dejó de ser el patrón de Alonso para ser su representante. La razón era que el joven ya viajaba hacia el triunfo a la velocidad de la luz.
Jamás había pilotado otra cosa que no fuera un kart. Campos y Marc Gené tuvieron que enseñarle el uso del embrague justo antes de su primer entrenamiento, en Albacete. Aquel día, Alonso se salió de la pista. Al día siguiente, volvió a estrellarse. Pero poco después del segundo incidente, esa misma tarde, igualó el tiempo de la pole de Marc Gené del año anterior. Gené, cuando vio el registro, se echó a reír: “Adrián, este chico nos ha engañado: no es posible que no se haya montado nunca antes en un coche”.
Poco después, en 1999, llegó su primera carrera, también en Albacete. Se puso en cabeza en la primera manga, pero se salió.
“Yo estaba con un nudo en la garganta por lo que había visto, pero él se acercó, me dio un abrazo y me dijo: ‘Tranquilo, que voy a ganar la segunda manga’”. Y lo hizo. En su primera carrera dentro de un coche, contra algunos veteranos de fuste, Alonso venció. Tenía 17 años.
Ese 1999 fue campeón de la Fórmula Nissan y obtuvo como premio probar el Minardi de Fórmula i en Jerez.
Allí, con el asfalto mojado, volvió a asombrar a todo el mundo. Después de sus 16 primeras vueltas en un Fórmula 1, Minardi lo obligó a pararse. Ya estaba a menos de un segundo de los tiempos de Gené. El equipo italiano lo quiso subir en su monoplaza ya ese mismo año, pero Telefónica, su patrocinador, pensó que aún era pronto y que el chaval necesitaba rodaje.
Y se rodó en la Fórmula 3000 dejando boquiabierto a todo el mundo. Tras un principio de temporada horrible, acabó seduciendo a los entendidos en los circuitos más difíciles: victoria rotunda en el mítico Spa, segundo en el resbaladizo y revirado Hungaroring, vuelta rápida en Mónaco… Su dominio acabó siendo abrumador. Pero antes de llegar a los momentos dulces de final de año, cuando aún peleaba en el barro con un coche mal puesto a punto por los ingenieros, llegó el gran momento de tensión: antes del Gran Premio de Alemania, Gabriele Rumi, propietario de Minardi, dio un puñetazo en la mesa delante de Adrián Campos:
“O Alonso firma con nosotros antes de las seis de la tarde, o jamás se subirá a un Minardi de Fórmula 1”.
Aunque Alonso pasaba desapercibido aún en la Fórmula 3000, Minardi ya había visto que era oro puro en la prueba de Jerez. Campos y Alonso, que habían tratado de demorar la firma esperando un escenario mejor, se comprometieron por cinco años. Desde la perspectiva de hoy, tal vez pareciera prematuro. Pero aquel contrato ya era una revolución para la historia del automovilismo español: Minardi se comprometía a pagar a Alonso, no le pedía dinero por pilotar su coche…
Ese mismo año, Minardi invitó a Alonso a unas pruebas privadas en el circuito de Maranello, donde también estaba rodando Ferrari, propietaria del trazado. En su segundo día al volante de un Fórmula 1, Alonso hizo el mismo tiempo con su Minardi que Luca Badoer con su Ferrari. La telemetría –sistema de recogida de datos– de Maranello es externa, así que los responsables de Ferrari, sorprendidos por el prodigio, pudieron comprobar la forma de pilotar de Alonso.
“Me llamó el director deportivo de Ferrari y me explicó que Jean Todt –el gran jefe– quería comer conmigo. Quedamos y Todt me dijo que querían a Fernando. Su idea es que pasara un año en Prost y luego sustituyera a Barrichello. Me dejaron ver que era a petición de Schumacher. Pero nos dijeron que ellos no le comprarían nuestro contrato a Minardi. Pusieron sus abogados a nuestra disposición para buscar cómo romper el contrato, pero dijeron que no pensaban pagar porque Fernando aún era un piloto desconocido”.
Con los acontecimientos cabalgando desbocadamente y con Fernando Alonso en la portada de la Gazetta dello Sport –“Ferrari quiere a Alonso como relevo de futuro de Schumacher”–, Campos estaba nervioso. Se estaba jugando un momento histórico y equivocarse era un riesgo enorme.
Alonso fue rotundo al expresarle su voluntad a su manager y amigo Campos:
“Minardi apostó por mí y no vamos a dejarlos tirados. Si alguien me quiere, que negocie con ellos”.
Eso era decirle no a Ferrari…
FERNANDO ALONSO, “EL DESEADO”.
Siguió sonando el teléfono. Llamó Jonathan Williams, hijo de Frank Williams, cuya escudería quería a Alonso como probador. Y también marcó el número de Campos el responsable de Renault, Flavio Briatore. En semejante encrucijada, sintiéndose responsable ante la Historia, Campos decidió llamar a su amigo Pascuale Lacunedu, la mano derecha de Bernie Ecclestone. Le explicó su situación.
“Dame media hora y te llamo”, le prometió Lacunedu.
Media hora después sonó el móvil:
“El jefe –Ecclestone– os espera mañana a las 10 en su despacho”. Campos se estremeció:
“En año y medio en la Fórmula 1, yo le había dado la mano dos o tres veces a Bernie. Fernando ni siquiera había empezado, y ya nos llamaban a su despacho”.
Esa noche se reunieron en Londres con Briatore, que se ofreció a comprar el contrato a Minardi y diseñar el siguiente plan: un año cedido en Minardi, un año como probador en Renault y, en 2003, piloto oficial de la escudería francesa si se lo ganaba.
A la mañana siguiente los recibió Ecclestone en su despacho, presidido por una escultura que simula un montón de billetes de dólar.
“Olvidaos de Minardi. Williams tiene ahora dos pilotos –Ralf Schumacher y Montoya– que le van a durar mucho tiempo. A Ferrari, Fernando irá cuando sea campeón del mundo. En Renault es donde hay que estar”.
Campos guardó en secreto esa visita y esa conversación. Recibió multitud de críticas cuando corrieron los rumores de que había rechazado a Ferrari. Él y Alonso fueron censurados duramente por ser fieles a Minardi…
Pero ésa es ya una historia muerta a partir del 22 de marzo de este año, el día en que Fernando Alonso presidió la rueda de prensa sobre la pole de Malasia, con Michael Schumacher a su izquierda. En ese momento, Campos aguantó, a duras penas, las lágrimas. Y un día después, cuando su amigo y joven pupilo Fernando Alonso lo señaló desde el podio para brindarle el éxito, Adrián Campos Suñer se acordó de su abuelo, de su amigo Aspar, de Eduardo Zaplana y de un montón de gente querida.
Elmundo.es
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domingo, 3 de julio de 2011
El día que Alonso se comió a Vale (2010)
La polenta es uno de los acompañamientos más socorridos para los platos tradicionales de la cocina de la región del Trentino, donde se encuentra la estación invernal de Madonna di Campiglio. No sé si con patatas, o con polenta, pero Fernando Alonso acabó zampándose a Valentino Rossi en su propia casa, donde –al parecer– 'Il Dottore' tiene un apartamento propio puesto que, en esta estación de los Dolomitas, el de Urbino suele practicar algunos deportes de nieve, como el snowboard.
El año pasado, en el mismo salón Hofer –donde recordaron que la emperatriz Sissi solía veranear por aquellas latitudes–, Alonso acaparó todo el protagonismo de los objetivos en su primera comparecencia oficial como piloto de Ferrari.
Pero este año, no había otro foco que luciera más que el flamante fichaje de Ducati. Durante el resto de la semana, no hubo más imperio en Madonna que el de Vale, más 'glamouroso' incluso que el de la cursi de Sissi
Pero, el último día, el asturiano le dio una lección a Rossi en diversos frentes. Sobre el 'laguetto' helado donde se llevarían a cabo las carreras de karts y de coches, Alonso les metió un baño a todos, incluido Rossi, de quien esperábamos más con los Fiat 500, sobre todo después de su experiencia en los rallyes. Sus evoluciones con los karts quedaron mermadas por los problemas que arrastra en su hombro derecho. Aunque, viendo algunos saltos que protagonizó sobre las rugosidades que generaron los 850 Cv del Ferrari F60 que evolucionó en el previo del show final, nadie daría crédito a la veracidad de su lesión.
Tras las carreras, en el podio, Alonso cedió el micrófono –y el protagonismo– a Rossi: "Sé que preferís escucharle a él, que a mí", dijo Fernando, demostrando una enorme inteligencia al auto relegarse a un segundo plano tras comprobar como los aplausos al motorista eran más efusivos que los dirigidos a él, pese a su 'cuore rosso'.
Ya por la noche, en el ámbito más reducido del fin de fiesta que se celebró en la discoteca Zangola, y en un ambiente más “internacional”, Alonso mostró sus armas de destrucción masiva.
Se apagaron las luces, se bajó el volumen de la música, y apareció en el centro del escenario, vestido con una camisa negra –de su marca, FAST, por supuesto–, un artista anunciado como 'El mago'.
Sabida su afición por los juegos de manos, el Nano se presentó dispuesto a mostrar uno de sus trucos favoritos. Llevaba una mochila de la que sacó varios objetos, entre ellos la baraja que siempre le acompaña a todas partes.
Pero aquella puesta en escena requería de el/la ayudante que suele acompañar a todo prestidigitador que se precie. Y Alonso solicitó el concurso de Vale, "el gran protagonista de este Wrooom", como le presentó muy efusivamente.
Fernando hizo hinchar un preservativo a Roberta, manipular un osito de peluche a Rossi, que –atónito– no daba crédito a aquel 'crooner' que estaba protagonizando un numerito por el que las televisiones de todo el mundo estarían dispuestas a pagar un pastizal para la gala de fin de año. ¿De verdad que aquel showman era Fernando Alonso?, ¿Quién hizo estampar camisetas y pintar pancartas con la inscripción 'Che spetaccolo!'?
Para terminar, El Mago hizo aparecer y desaparecer los naipes frente la mirada alucinada de Rossi. "A ver si otro día te fijas más" le soltó al mostrarle aquel 'dos de copas' que iba y venía a través del éter. Aplausos.
El Mago acabó la noche reciclado en DJ, bastante flojito por cierto, y mucho peor que Alguersuari/Squire en ese terreno. Pero lo suficientemente bueno como para hacer bailar como un poseso a Haydn, cantar a Massa y enloquecer al personal en general.
Unos menos que otros. Como Rossi que, notablemente eclipsado por Alonso en un terreno donde el italiano se las da de maestro, optó por mudarse a otra disco. Él, Uccio, y el resto de 'La tribu del Chihuahua' salieron de Zangola con el rabo entre las piernas. Desparecieron como lo hacía el gran Houdini, pero aquella noche tan sólo hubo un Mago.
¿Se subirá Rossi al Ferrari de F1? Seguro. ¿Hará lo propio Alonso con la Desmosedici? Lo dudo. En caso de confrontación, apuesten por Rossi. Vale ya sabe qué es conducir ese bólido, mientras que el paso por curva de una MotoGP no parece ser algo que Alonso tenga muy interiorizado, que nosotros sepamos. Aunque, el bicampeón tiene en su casa de Oviedo una unidad de la edición especial aniversario –60.000 euros del ala– que le regalaron en Ducati. Por si acaso, en el Wrooom se le vio observando con detalle la moto que pilotará Rossi a partir de este año. Y creo que Alonso encontró algo más que en el juego de las siete diferencias. Sobre dos ruedas, pocos trucos… valen.
caranddriverthef1.com
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Fernando Alonso hace magia para los niños ingresados en el Hospital Niño Jesús de Madrid
El bicampeón del mundo de F1, mago solidario con la Fundación Abracadabra, sorprendió a los chavales hospitalizados con varios juegos de magia junto al mago Jorge Blass
La Navidad es tiempo para creer en los milagros o los más escépticos, al menos, en la magia. El truco más increíble que podían contemplar los admiradores de la Fórmula 1 lo presenciaron los niños ingresados en el Hospital Niño Jesús de Madrid. Pacientes y familiares fueron sorprendidos con un número sensacional durante el espectáculo de los magos de la Fundación Abracadabra, una organización que se dedica a llevar ilusionismo e ilusión a las vidas de chicos hospitalizados, de discapacitados físicos y psíquicos y de personas mayores. Toque mágico, palabras mágicas… y voilà, en lugar de salir un conejo blanco de la chistera del mago Jorge Blass, apareció en persona en las instalaciones del centro médico madrileño el mismísimo Fernando Alonso. La presencia del piloto de carreras, bicampeón del mundo de F1, dejó boquiabierto a un auditorio entregado que no podía creer que el deportista estuviera realmente ante sus ojos.
El día había comenzado tranquilo, como uno de tantos en este hospital infantil, pero acabó bullicioso con la celebración de esta gala de magia especial, dirigida por Jorge Blass y Cliff the Magician, magos de la Fundación Abracadabra. Una vez se acomodaron todos los espectadores en el salón de actos del centro, y después de disfrutar de una hora de espectáculo, Jorge Blass dio paso a una mágica presentación de Fernando Alonso que entró tímidamente en la concurrida sala ante la sorpresa del público, que una vez reaccionó aplaudió y ovacionó emocionado a su ídolo. El piloto correspondió al cariño de esta afición tan especial haciendo unos cuantos juegos de magia para los chavales y convirtiendo este día en uno de los más importantes de sus vidas por arte de magia.
Después de su actuación, Jorge Blass y Fernando Alonso subieron al escenario del teatro, donde dos pequeños pacientes les hicieron entrega de dos estrellas. La estrella dorada, con que se obsequió a Jorge Blass, de la Fundación Abracadabra, simbolizaba el agradecimiento del Hospital Niño Jesús a la organización por los excelentes ratos de magia y diversión a pacientes y familiares y la estrella roja, que se otorgó a Fernando Alonso, representaba la buena suerte para que acumule triunfos y muchas subidas al podium el año que viene. El piloto no se esfumó (como suele ocurrir en los hechizos) nada más terminar el acto, sino que firmó autógrafos y se hizo fotografías con los niños y los adolescentes que buscaban impacientes el momento de poder acercarse, ver de cerca y conseguir esa preciada firma y retrato junto a su héroe. Truco del bueno o simplemente la magia de la Navidad.
Hola.com
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domingo, 23 de enero de 2011
Un depredador de costumbres sencilla
Fernando Alonso huye del glamour y es intransigente con la victoria a la vista
POR JOSÉ CARLOS J. CARABIAS
30/10/2010
En su caso nunca se sabe qué fue antes, si el huevo o la gallina. ¿Prendió el gen competitivo en Fernando Alonso por herencia familiar o lo adquirió en la Fórmula 1? Interrogado el protagonista, tampoco aclara la incógnita. «Cuando era pequeño, mi padre me llevaba a ver carreras de rallys, motos y demás, y siempre iba con el que llevaba el número 1. No apoyaba al español o al asturiano, iba con el número 1».
Alonso es una bestia de la competición, adscrito al lema que un día propagó el francés Laurent Fignon. Con el rival no se pacta, se pelea. Así entiende su profesión el asturiano. La Fórmula 1 es como el juego de las damas: comer o ser comido. En el caso de Alonso, ese modo de vida lo lleva inoculado en su código genético. No acepta la derrota, ni en los circuitos ni en una pachanga con amigos. Al tenis, al baloncesto o al ciclismo, es intransigente con la victoria a la vista.
Caso digno de estudio para un tipo introvertido como él, tímido hasta la exasperación, que nunca se metió en un lío en el colegio Santo Ángel de la Guarda o en el Instituto Leopoldo Alas Clarín de Oviedo. Sus compañeros lo recuerdan como un chaval educado, remiso en la comunicación con los demás y muy ligado a su familia: su padre José Luis, ex técnico en explosivos en una fábrica en La Manjoya —próxima a Oviedo—, su madre Ana, ex empleada de El Corte Inglés, y su hermana Lorena, médica de profesión. Un clan amable que tiende al silencio antes que a la locuacidad.
«De siempre, en el colegio, en el instituto, en todos los sitios donde estuve, no tenía grandes amigos ni grandes enemigos —contó el piloto a ABC—. Pasaba completamente inadvertido. Y sigo siendo la misma persona».
Pasión por el ciclismo
Un individuo rutinario, poco amigo de la noche, al que le gustan casi todos los deportes y que permanece más tiempo en silencio que gastando palabras. Nunca habla de más. Sus hábitos son comunes a cualquier mortal. Le gusta ir siempre a los mismos hoteles cuando viaja con la Fórmula 1, prefiere las cosas conocidas antes de adentrarse en las aventuras, salvo que tengan que ver con el deporte y en particular con el ciclismo, su gran pasión.
El pasado verano, como suele hacer cada agosto, organizó una mini Vuelta a Asturias en bicicleta, subiendo puertos cercanos a Oviedo, casi a nivel profesional. En forma como está y apasionado con su Colnago blanca, resulta imposible seguir su rueda lanzado como una centella.
Come casi por obligación. En su chalet suizo próximo al lago Leman, en la casa de sus padres a las afueras de Oviedo o en los circuitos de medio mundo, apenas prueba bocado. Y cuando sale a cenar, siempre vigilado el terreno con antelación por su grupo de asesores, prefiere una buena pizzería a un restaurante cinco tenedores último grito. Es decir, elige la normalidad antes que la tontería fashionista y glamourosa de la F-1.
Ocio
«A veces me gusta no hacer nada en particular. Llego a casa, compro comida para varios días y me tumbo en el sofá a ver la tele o a jugar a la play», ha confesado. Cuando se le preguntan por sus gustos literarios o cinéfilos, tan al uso para retratar a cualquier persona, Alonso contesta «no me dio por los libros», y en cuanto al séptimo arte, resume: «Me gusta el buen cine».
Tiene una fijación enfermiza con las arañas, los insectos y cualquier tipo de bicho similar. Luce una colección extensa de coches teledirigidos. Le gusta componer canciones y mezclar música en el ordenador, según dice mucho antes de conocer a su mujer, la cantante de El Sueño de Morfeo, Raquel del Rosario. Es hincha del Real Madrid y añora acudir a la grada del Bernabéu como un seguidor más. Sabe con exactitud el dinero que gana. Y cuando penetra en internet, lee la prensa, busca juegos y música, en especial pop español y los Red Hot Chili Peppers.
Pasajero por el planeta, adora Australia —por la amabilidad y el buen rollo de sus gentes— y Japón —por la tremenda diferencia del país respecto a Occidente—. Siempre viaja con su ordenador portátil.
Y en los últimos tiempos, ha expresado sus intenciones de futuro. Quiere montar un equipo profesional de ciclismo —intentó un compromiso de Contador el verano pasado— y una cadena de restaurantes. Ya ha lanzado su marca de ropa, Faster. Por saturación o llámese x, no quiere ninguna vinculación con la Fórmula 1. «Me iré a casa», asegura.
Mientras tanto, con su tercer Mundial a la vista, mantiene su leitmotiv. «¿Hay algo que te moleste más que perder?», se le pregunta. «No, no creo», responde.
Abc.es
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miércoles, 10 de noviembre de 2010
Alonso, de puño y letra
Tras su accidente en Mónaco, el piloto escribió una carta personal a todos los miembros de su equipo donde les prometía la remontada.
Jaime Rodríguez/Sao Paulo
El Mundo
Noviembre 2010
Mónaco, sábado 15 de Mayo. Fernando Alonso irrumpe entre descompuesto y ezcitado en el motorhome de Ferrari Se le ha cerrado el estómago y no le entra la comida. Acaba de conocer que no podrá participar en la sesión de clasificación que arranca en poco más de una hora. El fatal impacto sufrido en los últimos entrenamientos libres ha dañado graemente el chasis de su monoplaza, sin tiempo para su equipo de repararlo. Un accidente *****, impropio, en el peor día posible, porque el Ferrari llegaba a las calles del Principado con rostro de ganador. Terrible contratiempo.
Camina nervioso por su camerino lamentándose por el infortunio, diciéndose una y otra vez que tan indeseable golpe a la baja velocidad que circulaba, tan desgraciada buena puntería, tiene semejantes consecuencias una de cada 20 ocasiones, como mucho. Mala fortuna. Además, al pasar por los boxes ha visto en los ojos de sus mecánicos el decaimiento general, la frustación en el ambiente, y se ha sentido plenamente responsable. Pasa un mal rato por haber fallado a los suyos. De repente, se para, levanta la ista y dice en voz alta a su clan íntimo: "Se me ha ocurrido algo ¿Qué os parece si.....?
Andrea Stella, su ingeniero de pista y portavoz en las carreras del grupo de miembros de Ferrari dedicados en exclusiva al español, define con emoción lo que sucedió entonces, el primer escalón de una remontada que ha llevado al español a las puertas del tercer título mundial, que puede conseguir ya aquí en Interlagos el próximo domingo. "Hizo una cosa. Fué un gresto humano que caló en todos profundamente. No una promesa material, sino algo sencillo que nos emocionó a todos. Demostró su talento para sacar el aspecto positivo a una situación muy negatia", resume Stella, sin dar más detalles.
Pero EL MUNDO ha podido averiguar que aquella acción secreta de Alonso en Montecarlos consisitió en una serie de cartas personales que el piloto redactó para todos sus mecánicos. De puño y letra, en una pequeña nota, el asturiano reconocía su error, pedía disculpas por el accidente y prometía a todo su núcleo de trabajo una reacción poderosa que le permitirá estar peleando por el Mundial en las últimas carreras.
Firmadas y entregadas en mano, una a una, dentro de los garajes. Ingenieros y mecánicos abrieron el mensaje con curiosidad. Todos, desde responsables como Diego Ioverno-responsable de operaciones de pista-, al último operario. Los testigos del momento aseguran que fué "intenso, único", especial porque no hay empleados de escudería en la Fórmula 1 más mitómanos e implicados con el escudo que los de Ferrari, donde el piloto tiene tratamiento de príncipe, priemro de uan lista de cientos de nombres dedicados en la marca del Cavallino a fabricar coches de carreras.
Y de la letra, al puño. Trás la teoría, Alonso pasó a la práctica y firmó el domingo monegasco una salvaje actuación, escalando desde la última posición de salida a la sexta. Dicen en Ferrari que aquellas notas manuscritas tuvieron más impacto que otros incentivos que habitualmente ofrecen los pilotos cabeceros a sus subalternos, como cenas, primas económicas o viajes. A pesar de los baches de la temporada, el español ha sido el primer convencido de que podría ganar el título en su primer año con la firma italiana. "Su ánimo ha sido un punto de fuerza para todos", reconoce Stella, impresionado también como el resto cuando en Silverstone, a 47 puntos, Alonso vaticinó por radio que terminaría ganando el título.
Su implicación, su calma en los días de fiasco, la interpretación del papel de lider incluso para asumir culpas que no le correspondían reflejan el cambio de un piloto que a sus 29 años quiere exprimir al máximo el privilegio de conducir para el mejor equipo del mundo. Ha acampado en la factoría de Maranello en largas jornadas de análisi de datos, descansando a ratos en casa de su amigo Alberto, ingeniero fichado por la Scuderia este año. Se le ve enamorado de la leyenda en cada declaración pública. "Si gano finalmente, en qué se difereciará este título de los otros dos? En que lo hago para Ferrari y tiene otra dimensión. Ganar para Ferrari es distinto, de una notoriedad a nivel mundial", dijo ayer en su presentación del vital Gran Premio de Brasil.
Tras el viaje imposible, con un coche inferior al de sus rivales de Red Bull y con mil peripecias solventadas, el bicampeón irrumpe en Sao Paulo lilder del campeonato don 11 puntos de ventaja y una bola de partido en el bolsillo. "Si ganamos,lo habremos hecho gracias a todo el equipo, la buena dinámica interna y un coche tan fiable cómo rápido". Remitente, Fernando Alonso.
Transcripción de "forfi" safety-car.es
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jueves, 19 de noviembre de 2009
Alonso descubrió Italia a los 13 años con los 'karts' y ahora vuelve como piloto de Ferrari
Una relación muy íntima
Alonso descubrió Italia a los 13 años con los 'karts' y ahora vuelve como piloto de Ferrari
MANEL SERRAS - São Paulo - 18/10/2009
El primer contacto de Fernando Alonso con Italia se produjo cuando tenía 13 años. Fue una explosión. No es que los tifosi se volcaran con él, pero Italia era la cuna del karting y la llegada de un español no despertó ningún interés especial hasta que se subió a su kart en Parma y marcó el mejor tiempo en la clasificación. "No estaban acostumbrados a eso", recuerda Genís Marcó, el hombre que más le ayudó en esta etapa de su vida y que viajó a Italia como patrocinador, mecánico y amigo. "Los españoles nunca habían destacado. Pero se dieron cuenta de su talento y le ayudaron". En enero de 2010 volverá a Italia como bicampeón mundial de F-1 (2005 y 2006, con Renault) para pilotar un Ferrari y convertido ya en un ídolo.
"La primera carrera que hicimos juntos con Alonso fue en Mora d'Ebre", recuerda Marcó; "tenía 12 años. No conocía el circuito, ni el kart ni a nuestro equipo, pero lo ganó todo ante gente tres años mayor. Poco después quedó segundo en el Campeonato de España". Bastó aquella carrera para que todos acordaran que debían intentar la aventura italiana. No había otra alternativa. Si Alonso quería evolucionar, sólo podía hacerlo en Italia porque allí se competía con los mejores pilotos del mundo y había ojeadores de las grandes marcas.
Alonso llegó con 13 años y compitió en Italia hasta los 17, cuando Adrián Campos le subió a un fórmula nissan en 1999. "Era muy tímido. Sentía vergüenza cuando no comprendía lo que le decían los mecánicos o la gente de su entorno", prosigue Marcó; "los dos nos propusimos aprender italiano. Y lo hicimos rápido. Manteníamos un contacto directo con aquella gente y, al final, acabaron convirtiéndose en nuestra familia". Alonso viajaba algunas veces con su padre, pero la mayoría se desplazaba a Barcelona y allí cogían el coche con Marcó y afrontaban los 1.000 kilómetros hasta Milán: "El diálogo era monosílabico. Respondía sí o no a mis preguntas. Podía pasarse el viaje durmiendo. Después se fue abriendo y desarrollando un sentido del humor muy especial, que sigue manteniendo. No entiendo a la gente que dice que es antipático. Deberían conocerle".
Lo que más gustaba de Alonso era la facilidad que tenía para descubrir los fallos del kart y aconsejar las soluciones. A diferencia de muchos otros pilotos, era capaz de adaptarse a los problemas que le planteaba su vehículo, cuando surgían fallos mecánicos, para seguir sacándole el mejor rendimiento posible. "En Gante ganó el Campeonato del Mundo en 1994 y en 1995 disputó allí el de Europa. En los entrenamientos y en la prefinal, Fernando fue el mejor. Arrasaba", recuerda Marcó; "me va a matar por contar esto, pero en la carrera sufrió una salida de la pista cuando iba primero y se quedó allí clavado. El kart había tocado al suelo y se rompió la cadena. Cuando llegó al box, justificó su salida diciendo que se le había salido la cadena. A partir de entonces, cuando algo iba mal, nos reíamos y decíamos: 'Sí, la cadena...".
El contacto con los italianos fue fructífero. Alonso les gustaba y le tendieron la mano. Pero el peso económico lo llevaba fundamentalmente Marcó. Hasta que en 1995 IAME, la marca más prestigiosa de karts, le hizo un contrato. Alonso cobró por primera vez en su vida. "Unas 70.000 pesetas (450 euros). Pero los viajes seguían corriendo a nuestro cargo", aclara Marcó.
El padre de Alonso, José Luis, dice que su hijo se identificó con los italianos desde el primer momento: "Le fue fácil aprender italiano. Se pasaba más tiempo allí que en casa y siempre gozó del respeto de los pilotos, del público y de los técnicos. Algunas veces Fernando y Genís se quedaban solos y seguían hablando en italiano, hasta que se daban cuenta".
Con IAME y Marcó, Alonso lo ganó todo. Fue campeón de España y de Italia (1997), campeón mundial júnior (1996), ganó el trofeo de la Industria en Parma (1998) y a los 17 años se subió al monoplaza que le ofreció Campos para competir en la Fórmula Nissan. Su carrera fue entonces meteórica. Ganó aquel campeonato, corrió en F-3000 en 2000 y en 2001 debutó con Minardi en la F-1. En 2005 y 2006 ganó sus dos títulos mundiales. Pasó por McLaren-Mercedes en 2007 y el mes pasado Ferrari anunció su fichaje por tres años a partir de 2010. Será el segundo viaje de Alonso a Italia. Pero esta vez llega para quedarse, para triunfar en Maranello.
ELPAIS.com
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domingo, 19 de julio de 2009
El adiós más triste de Fernando Alonso
Fernando Alonso acudió al entierro de Josep Marcó, su mentor e impulsor rumbo a la Fórmula 1.
Santiago Cordera 30/01/2009
No es comparable la tristeza que sintió Alonso cuando dejó McLaren o cuando Hamilton ganó el campeonato, con la que debe sentir ahora que ha perdido a un gran maestro. En determinados momentos, algunos deben pensar que la vida se ve mejor desde el cielo; probablemente Fernando Alonso lo haya pensado así el pasado miércoles cuando se despidió de su 'padre' profesional Josep Marcó, que ha dejado este mundo para comenzar la búsqueda de un nuevo hogar en la bóveda celeste que le permita seguir disfrutando de los éxitos del que alguna vez fuera su hijo adoptivo. ‘Pravi’, como le solía llamar el asturiano, vio en ese adolescente llamado Fernando un don que debía ser adiestrado. Le tuteo en el Karting, el principio de un corto, pero intenso camino que debe de recorrer un piloto para alcanzar la gloria.
Alonso se fraguó en los circuitos de Josep. Apenas había cumplido una decena de vida cuando ‘Pravi’ supo de su existencia. Chema Echeverría, colega de Joseph y dueño del karting de Oviedo, le llamó un día para mostrarle las cualidades de un piloto. “Se trataba, cuentan, de Ricardo Morán, el mismo que ahora gestiona algunas cosas del bicampeón asturiano. Marcó acudió a las pruebas. Una vez finalizadas, Echevarría preguntó a Pravi qué impresión le había causado el niño, de poco más de 10 años. "Bueno, es bueno, pero el mejor es ese pequeñito, ¿cómo se llama?", espetó Pravi sin darle importancia a la pregunta. "Ese es Fernando Alonso…”
Así lo contaba Emilio Pérez de Rozas en la edición de este jueves en el periodico.com. Alonso creció y maduró al lado de su mentor. A esa edad en la que los adolescentes suelen pasar por una etapa difícil y van forjando su personalidad probándose diferentes disfraces hasta que encuentran uno que realmente les queda a la medida, Alonso comenzó su camino al paraíso. Genís Marcó, amigo de Alonso e hijo de Josep Marcó, en una entrevista en cracksracing.com, habló sobre los primeros días de convivencia con Alonso en su paso por los circuitos karting. “Yo recuerdo que cuando su padre me lo empezaba a mandar en avión, lo íbamos a buscar y se quedaba una, dos o las noches que hiciese falta hasta que salíamos en coche. El entonces tenía unos trece años, y el pobre iba en el coche y no decía nada, era un chico extremadamente tímido, y seguro que para él debió ser una experiencia muy dura, hasta que al final con el tiempo y la convivencia hizo que se abriera más.”
“Yo nunca hubiese pensado que llegaría donde está ahora mismo, pero por el problema económico, ya que por sus capacidades, era un piloto con muchísimas opciones, pero sabemos que no todos los mejores llegan a la fórmula1. Siempre salía la broma de que cuando él estuviese en la fórmula1, me invitaría a cenar, pero por dentro yo pensaba que eso no sería posible. Es más, seguramente, hoy en día sería prácticamente imposible.” Tímido, de clase media, con unas capacidades especiales. Así lo definió en su momento Genís, que creció a su lado y lo vio despegar como un F-16 después de una llamada de emergencia. También decía que, el punto más fuerte de Alonso en karting, era que tenía la facilidad de ir rápido con cualquier coche, que se adaptaba al vehículo, en vez de que el vehículo se adaptara a él, y eso le permitía estar delante en todas las carreras.
Alonso está de luto, es consciente de que se le ha ido un hombre que bien pudo haber sido su padre, pero su recuerdo siempre le hará estar presente. El camino sigue y Fernando no se ha desviado. A finales de marzo comenzará la nueva temporada de Fórmula 1; el R29 del bicamapeón debe ser perfeccionado a la brevedad posible, pues el tiempo corre deprisa y con él también debe correr Alonso. Hay que pasar al siguiente capítulo, sin olvidar el último, ese en el que no le terminaron de salir bien las cosas a Alonso, a Briatore y a la escudería francesa; ese del que tanto Renault, como su equipo, deben de tener en cuenta para no repetir errores en este inédito y próximo campeonato de Fórmula 1.
elConfidencial.com
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martes, 14 de julio de 2009
En forma
5/3/2004
Una de las cualidades de Fernando Alonso como piloto es la fuerza con la que acaba las carreras. A diferencia de su compañero Jarno Trulli, al que el asturiano casi arrebata el podio el año pasado en Hockenheim en la línea de meta, 'Nano' cuida mucho su preparación física. Sus fisioterapeutas, Eduardo Bendinelli y Fabrizio Maganzi analizan los secretos de su excelente estado de forma: "Es muy competitivo en todo y eso le hace superarse también en esta materia". Sus datos de entrenamiento así lo atestiguan: tiene 50 pulsaciones en reposo y es capaz de hacer los 100 metros lisos en 11,9 segundos con cronometraje manual (a 62 centésimas del récord de España de la especialidad).
Durante la segunda parte de la temporada pasada, Bendinelli y Maganzi midieron el funcionamiento del corazón del español durante una carrera. Y los resultados fueron curiosos: si no había incidentes o adelantamientos, el momento de más ritmo cardiaco era la vuelta anterior al repostaje. Se trata de un giro decisivo si se quiere ganar tiempo o adelantar en el pit lane.
Bendinelli afirma que Fernando reúne tipologías de varios deportes: "Si le tuviera que definir, diría que tiene perfil de sprinter con musculación de ciclista. Es decir, es muy fuerte de cuello y espalda, algo fundamental para aguantar bien una carrera, pero tiene piernas resistentes para hacer kilómetros en bici". "Valdría también como futbolista. -tercia Maganzi- El caso es que es duro y aguanta bien nuestro programa de preparación, que hace hincapié en la preparación para esfuerzos de larga duración".
Cuando no compite, Alonso se entrena de tres a cuatro horas diarias, entre ejercicio al aire libre (bicicleta de montaña o footing) y bajo techo (pesas, gimnasio y piscina climatizada).
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En Asturias, la tierra de Fernando Alonso.
7/5/2003
Aterrizamos en Asturias, la tierra de Fernando Alonso. Una vez en un taxi, el primer comentario de Javier, su conductor, alude al 'Nano'. "¡Qué pasada lo de Alonso! ¿Ha visto lo que les hizo a los Ferrari?". No sabe si soy periodista ni tan siquiera si me gusta la Fórmula 1. "Estaba leyendo el reportaje de Marca y me emocionaba lo que contaba Gemma. Cómo cantaban los segundos los aficionados cuando entraba en boxes, parecía que yo lo vivía en directo". Lo dice emocionado sin saber tampoco que trabajo en Marca y por supuesto ni muchísimo menos que conozco a Gemma. Los halagos a mi compañera, me llenan de orgullo.
Un orgullo que sienten por Fernando, sus vecinos. En su calle ovetense (Capitán Almeida), todos están locos por verle. Borja, el mecánico de 'Cristamóvil', el taller que hay en esta calle, sueña con tenerle de cliente. "Me gustaría que me trajera su Renault Clio para hacerle la puesta a punto". En 'La Cima', la cafetería situada enfrente de su casa, Alejandro muestra dichoso la foto que le dedicó Fernando. Luis Ángel, socio número 96 de la peña 'Fernando Alonso Magic', lo tiene claro: "Conocen al deportista, pero no a la persona. Desde los 11 años ha estado viajando. Muchos de ellos apenas habían oído hablar de él hasta hace poco".
El circuito de Asturias, su verdadera 'casa'
La resaca por el segundo puesto del 'Nano' en Montmeló colgó el lunes en muchos bares el cartel de "hoy cerramos para dar descanso a los clientes". Nos dirijimos hacia su verdadera 'casa', el circuito de karting de Asturias, cerca de la urbanización La Barganiza. Es el sitio de paso obligado de Fernando cada vez que viene a Oviedo. De acompañante, Luis Ángel Lavandera, uno de sus fieles de toda la vida. "Cuando le conocí, él tenía 12 años y yo 35. Nos enfrentábamos en las carreras sociales, que se hacían de vez en cuando y que no distinguían por categorías. Nos ganaba a todos, incluso a pilotos buenos de rallies que venían por aquí. Yo me bajaba del kart y quedaba asustado. Tan pequeño, él era todo casco. Le decía: 'Nano' eres un fenómeno y él se avergonzaba". Un desvío frente a una señal que indica Oviedo, 11 kilómetros, Gijón, 15 nos sitúa en un par de minutos en el circuito. ¡Qué forma de orbayar! "Por eso al 'Nano' le gusta que llueva. Está acostumbrado y sobre agua no hay quien le gane".
Entramos en su pequeño refugio. A razón de seis euros, puedes dar ocho vueltas en el kart. Están a punto de cerrar y no hay público. La lluvia les ha asustado. Un par de mecánicos se afanan revisando algunos karts. Numerosas jaulas sirven de refugio de estos pequeños coches. "Una vez me encerró en una y se marchó corriendo". Luis cuenta una de las escasas travesuras de aquel niño. Fotos y más fotos ilustran el taller, la pequeña cafetería. Dos muy significativas. En una aparece con Ricardo Morán. "Era el único niño que le hacía algo de sombra, incluso le ganaba alguna carrera". Ricardo, muy buen amigo de Fernando, trabaja ahora en Valencia y se ocupa de la telemetría en el equipo de Adrián Campos. En la otra, Fernando en la carrera del Mundial de karting que ganó en Bélgica en 1996 y a la derecha aparece junto al entonces su jefe de mecánicos, Genis Marcó, otro de sus mentores.
Echevarría, su valedor
Falta el jefe, el director de la instalación, José Luis Echevarría, que marchó a Galicia. Junto al padre de Fernando, su gran valedor. "Ha llamado Echeva que ya viene". Merece la pena esperar. Aparte de su familia, nadie como él conoce a aquel niño que se montó en un kart a los 3 años. Aparece minutos antes que Juanjo, el padre de Rebeca, la novia de Fernando. ¡Qué duelos mantiene con el 'Nano' al futbolín o al parchís! "Nos picamos porque no le gusta perder". Enseguida le echa un capote José Luis. "Si Fernando tiene que hacer alguna trampilla para ganar, la hace. El día que se descuide Schumacher le quita la llave de su Ferrari para que no salga. Es un ganador".
En el circuito es donde pasa más desapercibido Fernando. Aquí se transforma. Disfruta haciendo juegos de magia e imitando personajes famosos. "Imita muy bien a Aznar", apunta José Luis.
José Luis cuenta cómo sólo el Ayuntamiento de Oviedo apoyó a ese niño que tenía maneras de crack. "Ahora muchos se suben al carro. Aquí hay unos cien potenciales Fernandos Alonso y en otros circuitos habrá bastantes también, pero hay que ayudarles". José Luis recuerda cómo le improvisaron un circuito, cuando todavía no existía éste, en un concesionario de Peugeot, Auto Nalón, que está a la entrada de Oviedo. "El jefe de ventas nos dejaba el aparcamiento los fines de semana para que montásemos el circuito y ahí Fernando daba vueltas y más vueltas. Todos se iban y él seguía dando vueltas. Orbayaba, pero él seguía dando vueltas. Disfrutaba derrapando".
La constancia ha sido la llave del éxito. Cuando se inauguró el circuito hace 11 años, Fernando iba allí todos los días. "Salía del colegio y se quedaba hasta las 10 de la noche". José Luis lo tenía claro por entonces. "Es una desgracia coincidir con el enano éste porque se los va a cepillar a todos. Le pasó con Ricardo Morán, con Antonio Morón y ahora con Trulli. El colmo de otro gran piloto es coincidir con Fernando porque consigue hacer que pasen desapercibidos".
Se manchaba de grasa a la mínima
Mientras otros niños jugaban, el 'hobby' de Fernando era revisar una y otra vez el motor de su kart, hacer ajustes.... "Eso se lo enseñó su padre y era capaz de detectar cualquier anomalía enseguida", explica Luis Ángel. "Una vez su padre y yo no sabíamos qué le pasaba a un kart. Llamé a Fernando -entonces tenía 15 años-, se montó y a las dos vueltas nos dijo: es un problema de chispas, cámbiale la bujía. Nos quedamos locos. Se manchaba de grasa a la mínima".
José Luis, como instructor, marcaba con tiza la trazada que debían seguir sus alumnos. "Él siempre pasaba por la raya y yo era incapaz de repetir una trazada igual", explica Luis Ángel. "Se metía por sitios imposibles". José Luis le tenía estudiado. "Poseía un gesto clave. Siempre que iba a adelantar se recolocaba en su asiento y entonces atacaba. Lo hacía donde nunca lo había intentado antes, donde nadie lo esperaba".
Fiel a Iame, su escudería en el karting
La fidelidad es otra de las grandes virtudes de Fernando. En su época de karting, siempre corrió con la escudería Iame. "Para que te hagas una idea, era un poco mejor que Minardi en la Fórmula 1 y bastante peor de lo que es Renault", explica José Luis. Iame tenía dos furgonetas y una carpa, mientras las otras escuderías iban con sus trailers y toda la parafernalia propia del gran circo de la Fórmula 1. A pesar de ello, Fernando siempre se metía entre los 34 finalistas -competían en cada prueba unos 350- y luchaba por la victoria. "La educación de su padre, hacía que Fernando nunca se quejara, aún sabiendo que disponía de menos medios que los demás. Una vez el director de la escudería me preguntó si el padre de Fernando estaba enfadado porque nunca protestaba. Generalmente, los padres piensan que sus hijos son los mejores y no hacen más que quejarse. Por eso, aquello les sorprendía". Le llovían las ofertas. La PCR, una de las escuderías pujantes, se interesó por él. La fidelidad estaba por encima de todo. "En cualquier país del mundo, te entregaban un dossier de prensa con 200 fotocopias de artículos que aludían a ese niño que con 14 años había sido campeón del Mundo y en España casi ni se enteraban". Dos meses antes de ser campeón mundial, en el de Europa, les dejó helados a todos. "Había que correr tres mangas clasificatorias para la final. Ganó las dos primeras y en la última, acabó tercero. ¿Qué ha pasado, 'Nano'? Tranquilo, sabía que el tercer puesto me valía para salir primero en la final y no era cuestión de desgastar las ruedas. Yo alucinaba", cuenta Ángel Luis, que le acompañó en aquel viaje.
Viajes interminables
En aquella época, la única claúsula innegociable la marcaba Ana, su madre. "Para seguir corriendo, hay que aprobar en el colegio". Aquellos viajes de casi 2.000 kilómetros, Oviedo-Parma, con un coche que no pasaba de los 120 km/h. se hacían larguísimos. No tanto como el que sus seguidores realizaron el pasado domingo a Montmeló. "Cerrado del 1 al 6 de mayo", reza el cartel que hay colgado en el bar Casa Marina. Está situado a las afueras de Oviedo, en la Manjoya, enfrente de la fábrica de explosivos donde trabajaba su padre y que ahora es un solar. Lo regenta Roberto. "Se puede decir que es su padre adoptivo. Por el trabajo de su padre, Fernando siempre iba por allí".
Ahora a Fernando le salen peñas que buscan lucrarse a su costa. Todo el mundo presume de conocerle. "Vengo de hacerme una llave y el cerrajero me ha analizado la carrera de Fernando, curva a curva", relata José Luis. Ejemplo de este 'boom', se vivió el pasado domingo en el circuito de Montmeló. En el camping del circuito, sólo se hablaba español. Hace dos años, en el mismo lugar, cuando Fernando circulaba a bordo del Minardi, Ángel Luis Lavandera era el único español en aquel camping.
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El 'Nano'
11/5/2003
Fernando Alonso. Su nombre suena como un disparo en los circuitos de Fórmula-1. Pero entre los suyos, nadie lo pronuncia. Para ellos, el que antes fue el 'Nanín', el enanín que con tres años pegaba volantazos sobre un kart, ahora es el 'Nano', el de siempre; un chico normal, dicen los que le conocen. Un estudiante normal: apenas iba a clase y aprobaba todo con nota. Un niño normal: siempre fue el más pequeño y el más rápido. Un piloto más: como no tenía medios para entrenarse en los circuitos, se aprendía las pistas de memoria en las réplicas de los videojuegos. Quienes no le conocen le consideran un fenómeno: el más joven (21 años) en lograr una 'pole' y subir a un podio de Fórmula-1. Para ellos es Fernando Alonso. Para los suyos es el 'Nanín', el 'Nano', el que ha hecho de la genialidad un hábito.
Si se quiere buscar su cuna no hay que ir al barrio donde vivió. Su calle, Capitán Almeida, es la misma que hay en todas la ciudades. Paredes caravista delimitadas por un doble río de coches. Hay frente a su portal una papelería con revistas que llevan su rostro. La dueña le conoce sólo por las fotos.
No es ahí donde hay que buscar su historia. Está en el Circuito de Asturias que hace 12 años se inventaron el padre del 'Nano', José Luis, y amigos suyos como José Luis Echevarría. Ahí está su casa, su campo de juegos, de sueños.
Antes de levantar el circuito, los dos 'José Luis', el padre y el amigo, habían pasado años de pueblo en pueblo, de fiesta en fiesta, montado pistas para que compitieran los chavales. «Así pasábamos los fines de semana. Nos íbamos por todo el Norte con los karts», recuerda Echevarría.
'Nanín', claro, iba con ellos. Tenía tres años cuando Lorena, su hermana mayor, se cansó del kart. El crío heredó la montura. «Nosotros teníamos seis años y enseguida empezó a ganarnos». Esto lo dice Álex Rodríguez, rival sobre la pista y amigo íntimo fuera. Los coches eran su juego. Lo que conocían. «Estábamos siempre llenos de grasa, con los karts, o echando carreras con los coches de juguete». O juntando las piezas de varios 'scalextric'. El 'Nanín' comenzó, vuelta a vuelta, a trazar la letras de su futuro. «Tenía algo», insiste su amigo. «Pero por lo demás es un chaval sencillo, como todos».
2.000 kilómetros de viaje
En el bar del Circuito de Asturias, Echevarría repasa la vida del piloto de foto en foto, todas colgadas de las paredes. «Aquí está en Zalla, con los Vilariño, buena gente». El relato del resto de las imágenes comienza siempre igual: «Aquí fue cuando ganó en...». Y aquí -baja un momento la mano y señala una mesa- es donde se 'pica' al parchís. No le gusta perder a nada y hace lo que sea por ganar». Allí halló amigos y novia, Rebeca, la hija del regente del bar. Allí se refugia cuando vuelve de Oxford, sede de su equipo, Renault, y su domicilio ahora. «Muchas veces dicen que está en Inglaterra, pero en realidad está aquí. Y fíjate si será competitivo, que si ve que hay un crío de siete años en la pista, saca su kart y le echa una carrera».
Cuando cita al 'Nano', Echevarría refuerza sus palabras con una galería de gestos. Cierra los puños, los junta y sonríe. «¿Sabes en qué se diferencia de los otros? En la constancia. Por lo demás, es un chico normal». Sí, pero algo tenía. Y por eso los Alonso, padre e hijo, y Echevarría iniciaron un viaje que ha acabado en la Fórmula-1. Los karts en España son un juego; en Italia, una vocación. Por eso, cada jueves, el 'Nano' salía a las dos y media de la escuela. Se subía con los dos 'José Luis' a un Peugeot 405 diesel y partían hacia Parma o Milán. Tardaban 16 ó 17 horas, «eso si no encontrábamos niebla».
Llegaban el viernes, a las seis o las siete de la madrugada, y a entrenar en el circuito. El chico normal frente a pilotos mayores que llevaban allí, dando vueltas, más de tres días. «Los 'bambinos' que compiten en Italia no van a la escuela. Pero la madre del 'Nano' fue inflexible. Su hijo tenía que estudiar». Sábado y domingo había carreras. Sólo una vez no se clasificó para la segunda ronda. Su fama aumentaba. Un enanín, y tan rápido. Europa empezó a saber de él. «En España no le conocía nadie». Luego, tras las competiciones, todos a los hoteles. El 'Nano', su padre y Echevarría, en cambio, se subían al Peugeot: otros 2.000 kilómetros. Llegaban el lunes, de madrugada. El martes, a las 8.30, el crío estaba ya en la escuela, en el Colegio Santo Ángel de la Guarda. Interrumpía su educación para ir al colegio.
Rosa Martínez fue su maestra -matemáticas, física y química- y tutora. «Somos vecinos y muchos días subíamos juntos al colegio. Era encantador, sencillo, el estudiante que todos queremos tener». Con 14 años, ya campeón del mundo de karts, fue incluido en la lista de deportistas de élite del Consejo Superior de Deportes: tenía derecho a exámenes especiales. «Nunca quiso eso. Venía, los compañeros le dejaban los apuntes y se examinaba. Nunca suspendió. Siempre fue muy maduro para su edad».
Un niño maduro. Echevarría coincide: «En Italia, en el Campeonato de Europa, se le rompió el kart cuando iba primero. Luego dijeron que había sido intencionado, que le habían cortado el cable del acelerador. Le pudo la rabia. Se vino hacia mí, me abrazó y se emocionó». Lo normal en un crío de 14 años. «Cuando vi que, a su espalda, venían los periodistas, le avisé. Se secó las lágrimas, se limpió la cara, se peinó y se dio la vuelta, hacia ellos. Siempre mantiene la compostura». Lo normal en un genio.
Compuesto y discreto. Tanto que su maestra tenía que sacarle con ganzúa el relato de sus éxitos. «Nunca nos comentaba nada. Había que preguntarle. Y respondía lo de siempre, que había ganado». Ahora, el colegio parece un museo. Cada aula, cada carpeta, está vestida con fotos de Fórmula-1. Cerca de la escuela está el Instituto Clarín. Allí hizo BUP y dejó COU. Los elogios de su entonces tutora, Lola Lorenzo, son el eco de su antecesora: «Cuando sus compañeros se enteraron de que había ganado una carrera en Fórmula 3000, empapelaron toda la clase con fotos suyas. Le dio tanta vergüenza que no quiso entrar».
Lo que él no quería contar lo cuenta José Luis Echevarría, narrador de hechos extraordinarios con el tono de lo cotidiano: «Una vez nos invitó Emilio de Villota -ex piloto de Fórmula-1- al Jarama, a probar un fórmula Fiat. 'Nano' nunca había visto el circuito, ni siquiera sabía manejar las marchas». El niño vio pasar varios bólidos pegados al muro de la pista. Quedó maravillado al ver cómo cortaban el viento. «Quería probar, pero como había dos pilotos del Mundial de motos dando vueltas, tuvo que esperar. Aprovechó para ensayar el cambio de marchas en el aparcamiento, en un coche normal». Con esa mínima base se enjauló en el fórmula. No llegaba ni a los pedales. Todos pensaban que no iba ni a arrancar. A la cuarta vuelta ya pasaba pegado al muro. «Y acabó sacándoles cuatro segundos a los demás».
Cariño hacia su padre
«Parece frío y distante si no conoce, pero es porque tiene miedo de que le vean como a una estrella». Sus pocas palabras son una cualidad genética. «Su padre es igual», subraya Echevarría. «Cuando el 'Nano' me ve, me da dos besos. Nunca le he visto hacerlo con su padre». Entre ellos el cariño convive con el silencio, con la economía de gestos; como si no hiciera falta adornarlo. José Luis, el padre, que trabajó en un fábrica de explosivos, y Ana, la madre, empleada de El Corte Inglés, lo dieron todo por aquel sueño infantil. Incluso, hasta renunciaron a asistir a buena parte de la juventud del 'Nano', que la pasó solo en habitaciones clónicas de hotel.
De su tránsito por los hoteles, el 'Nano' extrajo otra muestra de su 'normalidad'. Tan joven y tan solo, metido en un deporte tan caro. En la habitación, le quedaban el teléfono para hablar con Rebeca y sus padres, y la 'playstation'. La videoconsola le sirvió para calcar en su mente todos los circuitos. Era la única manera que tenía de ensayar sobre unas pistas inaccesibles para él. Aprendizaje en soledad. «Los otros pilotos se reían. Hasta que llegaba el día de la carrera».
A Echevarría se le escapa en este punto, y por una vez ,una definición destinada a un elegido: «Él lleva otra velocidad». El normal es distinto, único. Algún imán tendrá para que todos los que le conocen se conjuren en su favor: cuando competía con Nissan, los mecánicos pasaban noches en vela montando y desmontando el motor del 'Nano'. «Al ganar la primera carrera no se vino hacia mí. Primero fue a celebrarlo con los mecánicos. Por cosas así digo que el 'Nano' es el de siempre. Y creo que ya pasó el tiempo de que nos lo cambien».
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Historia a hasta 2004
29/4/2004
¿Qué hace especial a este asturiano de 21 años?. Bien, empecemos por su última proeza, devolver la emoción al cerrado y elitista mundo de la Fórmula 1. ¿Cómo?. Subiendo al tercer escalón del podio en la segunda y tercera carrera de la temporada.
Sí, es cierto, su Renault es bueno, de hecho muy bueno. Dicen los entendidos que en lo que a la mecánica se refiere es mejor que los Ferrari. ¡Pero muy bueno tiene que ser el monoplaza para quedar tercero en la segunda carrera de la temporada y convertirse en el piloto más joven en marcar la pole position, todo esto con 38 grados de fiebre!.
¿Suerte?. Con su trayectoria es difícil de creer, más bien hablaríamos de destino como podemos ver en su meteórica carrera automovilística.
Con sólo tres años, corría su primera prueba de karting; detalle que corrobora la precocidad con la que supo dominar la conducción. Y en 1988, con poco más de siete, logró ya el Campeonato de Asturias de Karting categoría infantil imponiéndose en las ocho carreteras en que tomó la salida. Además de repetir como campeón de Asturias en 1989, se adjudicó el Campeonato de Galicia.
El salto a la categoría cadete no supuso ningún contratiempo para Alonso. En 1990 se proclamó Campeón de Asturias y del País Vascos y en 1991 logró el subcampeonato de España. Pero si 1991 fue un buen año para el joven piloto asturiano, en 1993 y 1994 agrandó cualitativamente su palmarés con dos Campeonatos de España Júnior consecutivos.
Con 14 años, Fernando Alonso vivió su primer salto internacional. Además de ser distinguido como deportista de Alto Nivel en España Karting Júnior y de volver a ganar el Campeonato de España, se alzó hasta el tercer puesto en el exigente Campeonato del Mundo; un Campeonato del Mundo que se adjudicó en 1996, una temporada que adornó además con otro Campeonato de España y los trofeos Estival (Italia) y Marlboro Grand Prix.
1997 también fue un buen año para Alonso, ¡como de costumbre! Obtuvo el Campeonato de España de Karting Inter A y el Campeonato de Italia Pole Position con 9 victorias; éxitos que superó en 1998 con el Campeonato de Europa Karting Inter A y los trofeos París Verci, la Industria (Italia) y Open Ford.
En su debut con monoplazas, en 1999, Fernando Alonso participó en el Euro-Open Movistar, un campeonato que ganó con 9 poles position, 6 victorias y 8 vueltas rápidas. Estos extraordinarios resultados permitieron en el 2000 al piloto ovetense acceder al Campeonato de F-3000 con el Team Astromega. Aunque los primeros resultados de la temporada no acompañaron, su recta final fue espectacular. En el GP de Austria se clasificó sexto; en el de Hungría, segundo; y en el de Bélgica, en el exigente Spa-Francorchamps, logró su primera victoria con una superioridad insultante.
Esta biografía plagada de éxitos y su excelente progresión en F-3000 permitió a Fernando Alonso subirse por primera vez en un F-1. El piloto asturiano realizó la prueba en el circuito de Jerez al volante de un Minardi. Sus resultados fueron asombrosos: marcó tiempos parejos a los pilotos titulares de la escudería italiana, el español Marc Gené y el argentino Gastón Mazzacane.
Tras mantener conversaciones con varios equipos, Fernando Alonso firmó a primeros del 2001 con Benetton su primer contrato en F-1.
La primera temporada en F1, Fernando Alonso "aprendió a perder" según palabras textuales de Flavio Briatore, actual propietario de la escudería Renault y descubridor de los grandes Sena y Shumacher. En su primera temporada Alonso aprendió a salir desde la última posición de la parrilla, aprendió a intimidar a los grandes sabiendo que no les podía adelantar, aprendió a darlo todo sin ser laureado al final de cada prueba. Sus tiempos eran buenos, sus ganas imparables pero fallaba el monoplaza. Tras pasarse el 2002 ejerciendo de piloto probador y apartado de la emoción de las carreras, este año ha vuelto a la competición. Y ahora sus tiempos siguen siendo buenos, sus ganas igual de imparables, pero ahora si que tiene un monoplaza competitivo, un monoplaza en el que puede demostrar lo que es y lo que vale a todo el mundo. Gracias a Renault, Alonso ha experimentado una sensación reservada a muy pocos, normalmente a Shumacher y dos más, como es subir al podio saboreando la victoria.
Sabemos que le veremos más de una vez en el podio, posiblemente en lo más alto. Y mientras nosotros recuperamos la afición por la F1 y vibramos en cada curva de Alonso, él seguirá su discreta vida en Oxford, pasará seis horas diarias en el gimnasio, visitará Oviedo cuando su agenda se lo permita, gastará bromas a sus amigos, disfrutará jugando a fútbol, escuchará a Estopa, animará los boxes y disfrutará de su profesión, piloto de Fórmula Uno.
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Madera de campeón
25/8/2003
Ayer, Fernando Alonso vio cumplido su sueño: imponerse en un Gran Premio de la máxima categoría del automovilismo mundial. Ahora su objetivo es el campeonato del mundo, pero llegar hasta aquí no ha sido fácil.
Todo el mundo conoce a Fernando Alonso a estas alturas. Pero llegar hasta aquí no ha sido nada fácil para el asturiano. La victoria de ayer, en Hungría, sólo ha sido la culminación de un sueño que empezó hace 19 años, cuando el piloto contaba con sólo tres primaveras. Fue entonces cuando el asturiano tuvo su primer contacto con el mundo del motor, a bordo de un kart. Su familia, y en especial su padre, José Luis Alonso, quien ayer siguió en directo la victoria de su hijo en el circuito de Hungaroring, ya debieron ver en aquel jovencito dotes para la velocidad y dejaron que Fernando continuara en contacto con los karts.
Campeón de Asturias, en categoría infantil del campeonato de karting, con sólo 7 años; subcampeón de España, categoría cadete, con 10; campeón de España en la categoría junior a los 12; y un largo etcétera de éxitos que harían que en 1999 el equipo de Adrián Campos, actual manager del piloto, se fijara en el asturiano y lo hiciera debutar a bordo de un monoplaza, nada menos que para sustituir al campeón de 1998 de Fórmula Nissan, Marc Gené. Aunque era la segunda vez que pilotaba un coche dotado con cambio de marchas ¬como tenía 17 años aún no tenía carnet de conducir¬, en las pruebas privadas que hizo al final de la temporada, ya impresionó al rodar en los mismos tiempos que el campeón, cosa que proyectó al asturiano, a sus 19 años, hacia la órbita de la F-3000, categoría en la que se impuso en Spa, uno de los circuitos más selectivos de la categoría.
El paso de Fernando Alonso por la F-3000 fue corto, pero decisivo. Una excelente temporada sirvió como reclamo de dos grandes de la Fórmula 1: Flavio Briatore y Jean Todt. Finalmente fue el italiano quien ganó la partida y, tras fichar a Alonso por cinco temporadas, cedió al asturiano a la escudería Minardi, donde ejercería de segundo piloto junto al brasileño Tarso Marques. Durante su paso por Minardi, Fernando Alonso no cosechó grandes éxitos, dadas las limitaciones del coche, pero en más de una ocasión superó a su compañero de equipo y llegó a obtener una meritoria décima posición. Briatore reclamó los servicios del asturiano, tras su impresionante debut en la Fórmula 1, de manera que Alonso se convirtió en probador oficial de la escudería francesa, con la intención de que se familiarizara con el equipo y con su monoplaza.
En 2003, Fernando Alonso ha dado el salto definitivo a la máxima categoría del automovilismo mundial. Ya ha ganado su primer Gran Premio, siendo el piloto más joven que conseguía tal hazaña, pero ahí no acaba su historia. El próximo objetivo es la consecución del campeonato del mundo de Fórmula 1 y Michael Schumacher ya ha empezado a temblar.
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domingo, 12 de julio de 2009
Por qué la Fórmula Uno necesita a Fernando Alonso
Javier Rubio - 08/06/2009
“En Renault, aún me consideran un chaval”. Fernando Alonso se expresaba así en verano del 2006, al justificar su futuro paso a McLaren. En el presente, no solo ya ha dejado de serlo, sino que se ha convertido en el líder natural entre los pilotos de Fórmula 1. De un tiempo a esta parte, el español habla cada vez más alto y claro, como demostró nuevamente en Turquía. A pesar de las consecuencias que le puedan deparar en el futuro.
Alonso, una vez más, plantó cara a la FIA este fin de semana. Es cierto que los pilotos ofrecieron públicamente su apoyo a los equipos en el grave conflicto que les enfrenta a la Federación tras una reunión colectiva el domingo. Pero fue Alonso quien más contundente se mostró un día antes. Lo hizo en solitario. Massa también habló del tema, pero el asturiano fue directo y retador: “La pelota está en el campo de la FIA”, y lo dijo después de rechazar sus planes -una vez más- a la vez que anunciaba su retirada de la Fórmula 1 si prosperan. Quien tiene “memoria histórica” en la especialidad sabe que cuestionar a Mosley tiene precio. Un personaje perseverante en muchas áreas, entre las que destaca el no olvidar a quienes le plantan cara, como recordarán los que han osado intentarlo.
“Muchos son un tanto estúpidos”, afirmaba paternalista Ecclestone en el pasado mes de abril respecto a los pilotos, “piensan solo a corto plazo, y no se dan cuenta lo que esto puede aportarles en el futuro”. No es la primera vez que Ecclestone criticaba a quienes no promocionan, no “venden”, la Fórmula 1. El mensaje estaba dirigido al propio Alonso, aunque “no creo que Fernando sea el único, ese es el problema”. Pues bien, no podrá quejarse, señor Ecclestone, porque el asturiano se está implicando a fondo. Pero no en el sentido que usted desearía, sino todo lo contrario: para denunciar que tanto Max Mosley, brazo ejecutor de su política, como usted, están llevando a un callejón sin salida a la Fórmula 1.
“Por el arco del triunfo”
Todavía recuerdo las palabras que me dijo Adrián Campos, antiguo manager del piloto español, en los primeros compases de su carrera deportiva: “A Fernando, la presión y lo que diga la gente se lo pasa por el arco del triunfo”. Literal. Y desde entonces todos hemos podido comprobar la veracidad de ambas facetas. Cuanta más presión, mejor rinde. También dice lo que piensa, sin importarle la opinión de los demás, una cualidad esta última muy de agradecer en la Fórmula 1. Por caro que sea el precio a pagar. Y porque no siempre ha sido así.
La evolución de la Fórmula 1 en estas dos últimas décadas ha ido ahogando la voz de los pilotos, sometidos a las directrices de sus equipos y a los intereses mediáticos de sus patrocinadores. Cada vez más jóvenes en aterrizar en la especialidad, muchos se han convertido en marionetas de los “team managers”. Solo se les admite desganadamente levantar la voz a los campeones del mundo, a aquellos que por virtud de su talento y sus logros adquirían la condición de poderes fácticos. Pero, entre aquellos, desgraciadamente, pocos han brillado por su carisma en este terreno.
Schumacher ostenta casi todos los récords, pero no destacó por levantar la voz de forma polémica. De hecho, sus colegas siempre le consideraron un hombre cercano al “establishment” de la Fórmula 1. De Kimi Raikkonen, para qué vamos a hablar, si ni siquiera forma parte de la Asociación de Pilotos a pesar de sus promesas a Martínez de la Rosa. Hakkinen, de perfil más bien bajo, vivía amordazado por Ron Dennis. ¿Lewis Hamilton…? A su juventud habría que añadir la escasa autoridad moral de quien mintió, y por señalar a quien le obligo a hacerlo cuando se disculpaba públicamente. Lejos queda ya la rotunda personalidad de Niki Lauda, Ayrton Senna, Jacques Villeneuve e, incluso, Alain Prost, capaz de llamar “camión” a su Ferrari, consciente de que saldría a continuación por la puerta de la calle.
Alonso no se corta
Fue precisamente Alonso quien en 2005 llamó públicamente “tramposos” a Ferrari -acertadamente o no- por no cumplir con las normas de entrenamientos privados y Bar Honda por ciertas “habilidades” técnicas. Más recientemente, pidió públicamente a Ecclestone y a la FIA que “prestara atención a los pilotos, y que no fuera contra todo el mundo con el sistema de puntos” propuesto a principios de año. No ahorró las razones del porqué. Criticó también los cambios constantes del reglamento por parte de la FIA, o la política de elección de neumáticos a principio de año por Bridgestone. Corrigió con sutileza a su propio jefe -Briatore- cuando en un par de ocasiones este se excedía en su optimismo con el R29. En Australia y después habló claro sobre el fracaso que está suponiendo el Kers… Son solo algunos ejemplos, pero hay más.
En España, en algunos sectores, no gusta esta faceta de la personalidad de Alonso.¿Qué se prefiere? ¿Un maniquí impecable, robotizado e inmaculado en lo políticamente correcto, que “coge la pasta y corre? ¿O alguien capaz de añadir color con sus opiniones, influenciar con el peso específico de su trayectoria deportiva, y pensar en el interés colectivo, más allá del personal? Se podrá coincidir o no con sus posicionamientos, pero nadie negará al piloto español una capacidad de liderazgo y un compromiso incuestionable. La Fórmula 1 vive uno de los momentos más turbulentos y delicados de su historia, y requiere figuras como Fernando Alonso. ¿No quería Ecclestone su implicación? Pues ya la tiene.
EL CONFIDENCIAL
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La droga de Fernando Alonso
Javier Rubio - 15/05/2009
Jarno Trulli lo contaba sorprendido sobre Fernando Alonso. En un partido de tenis que el piloto español perdía contra el italiano, Fernando tiró la raqueta al suelo con furia. Simple y llanamente, no aceptaba la idea de perder.
Relataba Barrichello que, cuando batía a Schumacher en la más obscura sesión de entrenamientos privados, al alemán le cambiaba el rostro y buscaba desesperadamente en la telemetría la clave de su derrota. El propio Barrichello recibió en el pasado fin de semana esa amarga visita ante una carrera que tenía ganada. Ross Brawn, ese veterano gran zorro, recordó al brasileño tras la carrera el gen imprescindible a todo piloto: “es natural que Barrichello estuviese decepcionado. Cualquier piloto que sea derrotado y esté contento, es alguien que no quiero en mi equipo. Sería muy extraño que estuviese contento por ser segundo tras Jenson”.
Precisamente Jesson Button ilustraba semejante espíritu al relatar una experiencia fuera de las pistas. El británico, Mark Webber y su entrenador rodaban en bicicleta por las montañas alrededor de Mónaco. Este, un antiguo comando de élite, exprimía a sus pilotos durante las sesiones con un espíritu extremadamente duro y competitivo. En un momento dado, y bajando a casi 80 Km/h, a Webber le derrapó la bicicleta y estuvo a punto de irse por un barranco de más de cien metros de caída. Tras el susto, Button avisó a su entrenador: “Bernie, no deberíamos montar juntos, porque eres una persona muy competitiva, y nosotros somos pilotos de carreras. Competiremos también con la bici, y ninguno se rendirá hasta que alguien se la pegue…”. Curiosamente, Webber arrastra hoy en día las secuelas de un accidente de bicicleta del pasado invierno.
Ese sentimiento incomprensible
Porque en el espíritu competitivo de un piloto va intrínsecamente unido el fin último que persigue: doblegar a sus rivales. Y cuando se logra, no hay emociones ni sentimientos parecidos, como expresaba uno de los mayores adictos a la victoria en la Fórmula 1, Ayrton Senna: “Ganar es como una droga”. ¿Hay algún piloto que no sienta la profunda verdad de encierra tan exigua afirmación?. “Nunca sabréis lo que un piloto siente cuando gana, el casco oculta sentimientos incomprensibles”. Y en los más grandes, semejante hambre de victoria puede alcanzar extremos patológicos, un afán tan engranado en su esencia como los latidos de su corazón: “Quiero ganar siempre. Esa teoría de que lo importante es participar es pura demagogia”. Y esta es la pasta con la que están modelados los grandes entre los grandes, la pasta de Fernando Alonso o Lewis Hamilton.
¿Y como asumen esa demagogia dos campeones del mundo, ahora que prácticamente ya no cuentan para el título tras solo cinco carreras?. De forma muy dolorosa, creo no exagerar. Y es en estos momentos cuando esa droga dura, ese “sentimiento incomprensible”, mantiene viva la llama en su interior aunque las circunstancias externas impiden avivarla. Como les ocurre en la actualidad a Hamilton y Alonso. Aún recuerdo sus palabras, recién terminada la Fórmula 3000 de 1999. Al reflexionar sobre la primera parte del campeonato, en la que no conseguía resultados y los miembros del equipo Astromega le ninguneaban, me contó con una singular intensidad cuál fue su sostén psicológico para soportar la experiencia: “En aquellos momentos en los que estaba tan mal, tuve que acudir a los más profundo de mí mismo, y cada día tenía que traer a mi mente aquel niño invencible de los karts que fui, para animarme a seguir adelante, para no hundirme, para recordarme a mí mismo que era un ganador”. No tiene el menor mérito confesarlo aquí ahora, pero según le escuchaba tuve la certeza de estar ante un futuro campeón del mundo. A final de aquel año Flavio Briatore le había fichado para la Fórmula 1 después de su memorable victoria en Spa.
Como el aire que respira
Ignoro si Fernando Alonso bebe ahora de aquellas imágenes en estos tiempos de sequía. Posiblemente atesore ahora otras más cercanas y más intensas. Quién sabe si visualizará aquel “¡Toma!, ¡Toma!, ¡Toma!” lanzado con las tripas tras lograr el primer título, u otros de los muchos momentos de gloria vividos en la Fórmula 1. Quizás ya no los necesite. Pero el hecho de ganar mueve a Alonso tanto como el aire que respira. No será el único, seguro. Pero a él se le nota demasiado. Por eso lucha como lo hace en la pista, siempre hasta la última vuelta, lo demostró una vez más en Barcelona. Y ese espíritu de ganador nato, no les quepa la menor duda, latía en lo más profundo cuando se atrevía con unos rebufos terroríficos, bajo la lluvia, en la remontada del Gran Premio de China. O cuando en Bahrein terminó octavo, deshidratado, y perdidos cinco kilos y medio en dos horas. O cuando se atrevió con ese espeluznante adelantamiento por la hierba a Webber en Montmeló.
Esa capacidad de lucha, esas “big balls” de los británicos, “grande palle” de los italianos” o las “pelotas” (en castellano, con perdón) que Alonso derrocha en su ansia por ganar, no lo duden, le harán de nuevo campeón del mundo. Y todos los demás equipos, por supuesto también Ferrari, lo saben de sobra.
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Fernando Alonso quiso dar a su protector Josep Marcó el último adiós en Bellcaire d'Empordà
El piloto de F-1 vivió varios años en casa de 'Pravi', su padre adoptivo
EMILIO PÉREZ DE ROZAS
BARCELONA
Cuando Fernando Alonso compartió, hace apenas unos días, todo un fin de semana de carreras y risas con su amigo Genís Marcó durante una competición de karts en el trazado italiano de Lonato, en Brescia, no podía imaginarse que el siguiente encuentro con su amigo y el técnico que le permitió convertirse en uno de los mejores pilotos de la historia sería pocos días después, ayer mismo, en el entierro de Josep Marcó, el padre adoptivo del as asturiano y el hombre que puso en marcha el equipo Genikart, capitaneado por Genís desde sus trazados en L'Escala y L'Estartit, cuna de grandes y virtuosos pilotos.
Cuando Alonso se enteró de que Pravi, apodo de papá Marcó (57 años), había fallecido, no se lo pensó dos veces, cogió su jet privado en Ginebra, hizo escala en Oviedo --donde recogió a su padre José Luis-- y aterrizó en Girona para trasladarse, de inmediato, a Bellcaire d'Empordà, donde ayer fue enterrado Pravi, cuyo féretro cubierto con una bandera a cuadros blancos y negros fue entrado en la capilla a hombros de los jóvenes pilotos del equipo de Genís.
Una persona muy querida
"Pravi --explicó ayer Estanis Puig, alcalde de L'Escala-- era un empresario innovador y tremendamente emprendedor, capaz de arrancar proyectos con los que no se atrevía nadie. Ha dejado una huella insustituible". Poseedor de dos circuitos de karting desde hace muchos años, en cuyo asfalto se forjó Alonso, Pravi puso en marcha un restaurante en la playa de Riells con un edificio futurista, casi una burbuja de cristal sobre la arena. Pero fue gracias a su empresa de material para el desarrollo del karting como conoció, ayudó, protegió y acogió a Alonso, uno de cuyos cascos de bicampeón del mundo de F-1 figura en la vitrina de Pravi con la siguiente dedicatoria: "Para Pravi, su esposa Maria y Genís, en recuerdo de una fantástica época. Un saludo de vuestro piloto y amigo".
Alonso, que regatea su presencia incluso en aquellos eventos que podrían reportarle sustanciosos beneficios, acudió ayer a despedir a su segundo padre, al hombre que no solo lo acogió en su equipo sino que lo tuvo en su casa tantas veces como fue necesaria de los 10 a los 16 años. El descubrimiento de Alonso se fraguó en el momento en que Pravi quiso colocar su material automovilístico en el karting de Oviedo regentado por Chema Echevarría. "Podrás hacerlo, siempre y cuando aceptes que, algún día, te envíe a una joven promesa a tus circuitos", le dijo Echevarría.
Un día, Chema llamó a su amigo y le dijo que quería mostrarle las cualidades de un piloto. Se trataba, cuentan, de Ricardo Morán, el mismo que ahora gestiona algunas cosas del bicampeón asturiano. Marcó acudió a las pruebas. Una vez finalizadas, Echevarría preguntó a Pravi qué impresión le había causado el niño, de poco más de 10 años. "Bueno, es bueno, pero el mejor es ese pequeñito, ¿cómo se llama?", espetó Pravi sin darle importancia a la pregunta. "Ese es Fernando Alonso".
Y a ese escogió. Y con ese se quedó. Y a ese protegió. Casi hasta hacerle bicampeón. Como él.
El Periodico
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