martes, 14 de julio de 2009

En Asturias, la tierra de Fernando Alonso.

7/5/2003

Aterrizamos en Asturias, la tierra de Fernando Alonso. Una vez en un taxi, el primer comentario de Javier, su conductor, alude al 'Nano'. "¡Qué pasada lo de Alonso! ¿Ha visto lo que les hizo a los Ferrari?". No sabe si soy periodista ni tan siquiera si me gusta la Fórmula 1. "Estaba leyendo el reportaje de Marca y me emocionaba lo que contaba Gemma. Cómo cantaban los segundos los aficionados cuando entraba en boxes, parecía que yo lo vivía en directo". Lo dice emocionado sin saber tampoco que trabajo en Marca y por supuesto ni muchísimo menos que conozco a Gemma. Los halagos a mi compañera, me llenan de orgullo.

Un orgullo que sienten por Fernando, sus vecinos. En su calle ovetense (Capitán Almeida), todos están locos por verle. Borja, el mecánico de 'Cristamóvil', el taller que hay en esta calle, sueña con tenerle de cliente. "Me gustaría que me trajera su Renault Clio para hacerle la puesta a punto". En 'La Cima', la cafetería situada enfrente de su casa, Alejandro muestra dichoso la foto que le dedicó Fernando. Luis Ángel, socio número 96 de la peña 'Fernando Alonso Magic', lo tiene claro: "Conocen al deportista, pero no a la persona. Desde los 11 años ha estado viajando. Muchos de ellos apenas habían oído hablar de él hasta hace poco".

El circuito de Asturias, su verdadera 'casa'

La resaca por el segundo puesto del 'Nano' en Montmeló colgó el lunes en muchos bares el cartel de "hoy cerramos para dar descanso a los clientes". Nos dirijimos hacia su verdadera 'casa', el circuito de karting de Asturias, cerca de la urbanización La Barganiza. Es el sitio de paso obligado de Fernando cada vez que viene a Oviedo. De acompañante, Luis Ángel Lavandera, uno de sus fieles de toda la vida. "Cuando le conocí, él tenía 12 años y yo 35. Nos enfrentábamos en las carreras sociales, que se hacían de vez en cuando y que no distinguían por categorías. Nos ganaba a todos, incluso a pilotos buenos de rallies que venían por aquí. Yo me bajaba del kart y quedaba asustado. Tan pequeño, él era todo casco. Le decía: 'Nano' eres un fenómeno y él se avergonzaba". Un desvío frente a una señal que indica Oviedo, 11 kilómetros, Gijón, 15 nos sitúa en un par de minutos en el circuito. ¡Qué forma de orbayar! "Por eso al 'Nano' le gusta que llueva. Está acostumbrado y sobre agua no hay quien le gane".

Entramos en su pequeño refugio. A razón de seis euros, puedes dar ocho vueltas en el kart. Están a punto de cerrar y no hay público. La lluvia les ha asustado. Un par de mecánicos se afanan revisando algunos karts. Numerosas jaulas sirven de refugio de estos pequeños coches. "Una vez me encerró en una y se marchó corriendo". Luis cuenta una de las escasas travesuras de aquel niño. Fotos y más fotos ilustran el taller, la pequeña cafetería. Dos muy significativas. En una aparece con Ricardo Morán. "Era el único niño que le hacía algo de sombra, incluso le ganaba alguna carrera". Ricardo, muy buen amigo de Fernando, trabaja ahora en Valencia y se ocupa de la telemetría en el equipo de Adrián Campos. En la otra, Fernando en la carrera del Mundial de karting que ganó en Bélgica en 1996 y a la derecha aparece junto al entonces su jefe de mecánicos, Genis Marcó, otro de sus mentores.

Echevarría, su valedor

Falta el jefe, el director de la instalación, José Luis Echevarría, que marchó a Galicia. Junto al padre de Fernando, su gran valedor. "Ha llamado Echeva que ya viene". Merece la pena esperar. Aparte de su familia, nadie como él conoce a aquel niño que se montó en un kart a los 3 años. Aparece minutos antes que Juanjo, el padre de Rebeca, la novia de Fernando. ¡Qué duelos mantiene con el 'Nano' al futbolín o al parchís! "Nos picamos porque no le gusta perder". Enseguida le echa un capote José Luis. "Si Fernando tiene que hacer alguna trampilla para ganar, la hace. El día que se descuide Schumacher le quita la llave de su Ferrari para que no salga. Es un ganador".

En el circuito es donde pasa más desapercibido Fernando. Aquí se transforma. Disfruta haciendo juegos de magia e imitando personajes famosos. "Imita muy bien a Aznar", apunta José Luis.

José Luis cuenta cómo sólo el Ayuntamiento de Oviedo apoyó a ese niño que tenía maneras de crack. "Ahora muchos se suben al carro. Aquí hay unos cien potenciales Fernandos Alonso y en otros circuitos habrá bastantes también, pero hay que ayudarles". José Luis recuerda cómo le improvisaron un circuito, cuando todavía no existía éste, en un concesionario de Peugeot, Auto Nalón, que está a la entrada de Oviedo. "El jefe de ventas nos dejaba el aparcamiento los fines de semana para que montásemos el circuito y ahí Fernando daba vueltas y más vueltas. Todos se iban y él seguía dando vueltas. Orbayaba, pero él seguía dando vueltas. Disfrutaba derrapando".

La constancia ha sido la llave del éxito. Cuando se inauguró el circuito hace 11 años, Fernando iba allí todos los días. "Salía del colegio y se quedaba hasta las 10 de la noche". José Luis lo tenía claro por entonces. "Es una desgracia coincidir con el enano éste porque se los va a cepillar a todos. Le pasó con Ricardo Morán, con Antonio Morón y ahora con Trulli. El colmo de otro gran piloto es coincidir con Fernando porque consigue hacer que pasen desapercibidos".

Se manchaba de grasa a la mínima

Mientras otros niños jugaban, el 'hobby' de Fernando era revisar una y otra vez el motor de su kart, hacer ajustes.... "Eso se lo enseñó su padre y era capaz de detectar cualquier anomalía enseguida", explica Luis Ángel. "Una vez su padre y yo no sabíamos qué le pasaba a un kart. Llamé a Fernando -entonces tenía 15 años-, se montó y a las dos vueltas nos dijo: es un problema de chispas, cámbiale la bujía. Nos quedamos locos. Se manchaba de grasa a la mínima".

José Luis, como instructor, marcaba con tiza la trazada que debían seguir sus alumnos. "Él siempre pasaba por la raya y yo era incapaz de repetir una trazada igual", explica Luis Ángel. "Se metía por sitios imposibles". José Luis le tenía estudiado. "Poseía un gesto clave. Siempre que iba a adelantar se recolocaba en su asiento y entonces atacaba. Lo hacía donde nunca lo había intentado antes, donde nadie lo esperaba".

Fiel a Iame, su escudería en el karting

La fidelidad es otra de las grandes virtudes de Fernando. En su época de karting, siempre corrió con la escudería Iame. "Para que te hagas una idea, era un poco mejor que Minardi en la Fórmula 1 y bastante peor de lo que es Renault", explica José Luis. Iame tenía dos furgonetas y una carpa, mientras las otras escuderías iban con sus trailers y toda la parafernalia propia del gran circo de la Fórmula 1. A pesar de ello, Fernando siempre se metía entre los 34 finalistas -competían en cada prueba unos 350- y luchaba por la victoria. "La educación de su padre, hacía que Fernando nunca se quejara, aún sabiendo que disponía de menos medios que los demás. Una vez el director de la escudería me preguntó si el padre de Fernando estaba enfadado porque nunca protestaba. Generalmente, los padres piensan que sus hijos son los mejores y no hacen más que quejarse. Por eso, aquello les sorprendía". Le llovían las ofertas. La PCR, una de las escuderías pujantes, se interesó por él. La fidelidad estaba por encima de todo. "En cualquier país del mundo, te entregaban un dossier de prensa con 200 fotocopias de artículos que aludían a ese niño que con 14 años había sido campeón del Mundo y en España casi ni se enteraban". Dos meses antes de ser campeón mundial, en el de Europa, les dejó helados a todos. "Había que correr tres mangas clasificatorias para la final. Ganó las dos primeras y en la última, acabó tercero. ¿Qué ha pasado, 'Nano'? Tranquilo, sabía que el tercer puesto me valía para salir primero en la final y no era cuestión de desgastar las ruedas. Yo alucinaba", cuenta Ángel Luis, que le acompañó en aquel viaje.

Viajes interminables

En aquella época, la única claúsula innegociable la marcaba Ana, su madre. "Para seguir corriendo, hay que aprobar en el colegio". Aquellos viajes de casi 2.000 kilómetros, Oviedo-Parma, con un coche que no pasaba de los 120 km/h. se hacían larguísimos. No tanto como el que sus seguidores realizaron el pasado domingo a Montmeló. "Cerrado del 1 al 6 de mayo", reza el cartel que hay colgado en el bar Casa Marina. Está situado a las afueras de Oviedo, en la Manjoya, enfrente de la fábrica de explosivos donde trabajaba su padre y que ahora es un solar. Lo regenta Roberto. "Se puede decir que es su padre adoptivo. Por el trabajo de su padre, Fernando siempre iba por allí".

Ahora a Fernando le salen peñas que buscan lucrarse a su costa. Todo el mundo presume de conocerle. "Vengo de hacerme una llave y el cerrajero me ha analizado la carrera de Fernando, curva a curva", relata José Luis. Ejemplo de este 'boom', se vivió el pasado domingo en el circuito de Montmeló. En el camping del circuito, sólo se hablaba español. Hace dos años, en el mismo lugar, cuando Fernando circulaba a bordo del Minardi, Ángel Luis Lavandera era el único español en aquel camping.

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