El Periodico de Cataluña (08/07/04)
Fernando Alonso, 22 años, el piloto más joven de la historia de la F-1 en lograr una pole position (Malaisia-2003), una vuelta rápida (Canadá-2003), un podio (Malaisia-2003) y una victoria (Hungría-2003), llegará hoy a Silverstone, donde el domingo se disputa el Gran Premio de Inglaterra, tras conseguir de forma magistral la segunda plaza en el GP de Francia, disputado en Magny Cours, en dura pugna con Michael Schumacher, hexacampeón con Ferrari.
--Ha subido usted tanto el listón que un segundo puesto, impensable hace años, parece poca cosa.
--Todos en la F-1 sabemos el mérito que tiene subirse al podio. Sé que en España eso también se valora, aunque todos nos acostumbramos muy rápidamente a lo bueno. Ahora estoy en un equipo muy competitivo, con aspiraciones, y es lógico que te exijan acabar siempre entre los cinco primeros.
--Nada de todo eso le impresiona.
--Me entrego a tope en cada gran premio. Sé que hay carreras, circuitos, en los que el coche está para ganar. Por ejemplo, Mónaco, Canadá o Magny Cours. En esas, nuestro R24 tiene que hacer podio y, si no lo logras, te sientes frustrado porque tú eres el primero que sabes que has perdido una gran oportunidad. En otras no es tan rápido o adecuado, no sabemos aún por qué, de ahí nuestra irregularidad, y sabes que no tienes nada que hacer. Pese a todo, creo que las expectativas que se han creado alrededor mío son desmesuradas, e incluso hay quien dice que estoy peor que el año pasado. Mentira, soy mucho mejor que el año pasado. La victoria que me falta llegará, seguro, y ahora hago mejor la cronometrada del sábado.
--En realidad, ustedes están cumpliendo exactamente con lo anunciado: están delante, han superado a otras escuderías, logran poles, podios y victorias.
--La temporada está resultando perfecta, espectacular, para el equipo. Hemos dejado atrás a equipos como McLaren y Williams, con presupuestos superiores al nuestro; somos segundos, detrás de los intocables Ferrari; hemos logrado alguna pole y Jarno Trulli ha ganado en Mónaco. Yo, a mi segundo puesto de Magny Cours, debería haber sumado otro segundo lugar en Mónaco, pero estoy convencido de que no acabaré el año sin ganar alguna carrera.
--Ustedes anunciaron que el año que viene lucharían por el título. ¿Lo mantienen?
--Es evidente que si cumplimos todos nuestros objetivos de este año y tenemos la suerte de acertar con el diseño y el motor del 2005, estaremos en condiciones de pelear por la corona, seguro.
--¿Confía en que Ferrari no reedite su dominio de este año?
--Confío en nosotros y estoy convencido, seguro, de que el ciclo de Ferrari se va a acabar. Ahora están un escalón por encima de todos, cierto, especialmente porque han acertado con su coche y sus neumáticos vuelven a ser muy competitivos.
--Ya veo que usted es de los que piensa que no todo el mérito es de Michael Schumacher.
--La F-1 sólo tiene un secreto: dinero. Cuanto más dinero, mejores ingenieros, mejores estrategas, más medios, mayor evolución, más entrenamiento, más túnel de viento, mejor coche, mejor equipo. En la F-1 gana el paquete, el bloque, no el piloto.
--Valentino Rossi dice que en las motos el piloto es decisivo. Por lo que veo, usted no piensa que sus manos sean tan determinantes.
--Ni las mías, ni las de Schumacher. El piloto aquí puede mejorar el coche en dos o tres décimas de segundo, no más. Tú solo no puedes convertir en ganador un coche inferior. Nunca. Pilotos como Damon Hill (Williams, 1996) o Jacques Villeneuve (Williams, 1997) ganaron cuando tuvieron un gran coche y, en aquellos años, Michael ya corría en Ferrari. El coche marca la diferencia entre los ocho primeros de la parrilla.
--Así que no cree que Schumacher sea de otra galaxia.
--Pues no, la verdad. Es muy bueno, el mejor. No soy tan estúpido como para negarlo, y menos viendo su palmarés, pero de 1996 al 2000 no ganó nada, y ya estaba en Ferrari. ¿Por qué? Porque había coches mejores, había paquetes mejores. Por ejemplo, los Williams de Hill y Villeneuve y el McLaren de Mika Hakkinen (1998 y 1999). No creo que exista mucha diferencia entre las manos de Michael y las de Barrichello, pero Ferrari es un equipo que sólo trabaja para un coche. Fíjese lo que ocurrió el pasado fin de semana, en Francia: Rubens se perdió la primera crono del sábado porque todo el equipo estaba trabajando en el coche de Michael y no pudieron arreglar el suyo.
--Por cierto, ¿cómo surge esa obsesión por colocarle en Ferrari?
--No es una obsesión, es una noticia ocurrente. Cuando tienes arriba un piloto de tu país quieres que corra en el mejor equipo y, no nos engañemos, Ferrari es ahora el mejor. Renault es el segundo mejor equipo y, por tanto, si tengo que cambiar, lo lógico sería aspirar al mejor. Cualquier otro cambio sería empeorar, ¿no? Pero yo estoy convencido de que, cuando finalice mi contrato con Renault a finales del próximo año, nosotros seremos los mejores. Así que no pienso en Ferrari, quiero ser campeón con Renault.
--Le veo con ganas de quedarse en Renault, de renovar, de pelearle el título en el 2005 a Schumacher.
--Pues sí. Si todo sigue como hasta ahora, me encantaría renovar cuanto antes con Renault. Ahora mismo no hay ningún otro equipo que me llame la atención. Nadie puede plantarle cara a Ferrari en la medida en que lo estamos haciendo nosotros. Irse ahora a Ferrari es imposible, y le diré una cosa: cuando Michael abandone Ferrari, que nadie sabe cuándo será, con él se retirarán ocho o nueve personas que son ahora la columna vertebral del equipo y puede que, entonces, no convenga irse a Ferrari.
--¿No le parece que habría que hacer algo para animar las carreras?
--Sí, son muy aburridas. Comparto esa idea. Las carreras de F-1, tal y como están planteadas, no tienen ningún sentido. Al margen de que no hay casi adelantamientos y que todo se decide en los repostajes, la crono del sábado es cada vez más decisiva. Nos lo jugamos todo en esa vuelta. No tiene sentido. Si la haces bien, tienes podio; si no, a sufrir. La angustia en ese giro es insoportable, pues sabes que si fallas por media décima caes al séptimo u octavo lugar de la parrilla y, entonces, olvídate del podio. Sin embargo, si tienes la suerte de cara y logras esa media décima a tu favor, te colocas tercero o cuarto y, entonces, ya nadie te baja del podio. Sólo tienes que mantenerte en la pista para recibir tu recompensa. No tiene sentido.
--¿Hay alguien pensado soluciones a esta situación?
--Supongo, no sé, no es cosa mía. No, en serio, dicen que están preparando cambios, pero me temo que nos van a quitar potencia y velocidad, lo que no me parece bien, pues estamos en la F-1 y los F-1 tienen que correr, cuanto más mejor. Yo no digo que no mejoremos la seguridad, por supuesto; no queremos jugarnos el pellejo en la pista. Pero me gustaría que pensasen soluciones para que las carreras fuesen más divertidas.
--¿Qué es lo que más le gusta de la F-1, de su profesión?
--Lo que más me gusta, sin duda, es pilotar, conducir un coche con esa potencia desproporcionada. Todos venimos del kárting, de las fórmulas de promoción y te pasas la vida soñando con pilotar un F-1. Si ahora mismo le dijeses a cualquier piloto, a cualquiera, no importa el país ni la edad: 'Ven, que probaras el Renault de Alonso', se volvería loco, loco. De un soplido, cumpliría su gran sueño. Yo vivo en el interior de ese coche, lo piloto y para mí es un privilegio poder formar parte de la F-1. Estas cosas deberíamos de valorarlas más de lo que las valoramos.
--¿Y lo que menos le gusta?
--Los viajes, sin duda. Estar tan lejos de los tuyos durante tanto tiempo.
--¿No le parece el mundo de la F-1 un poco de plástico? ¿No le parece demasiado falso?
--Puede, sí, puede que sean todos un poco raros, demasiado interesados. La verdad es que es difícil saber quién es quién en este mundo, todos llevan una careta. Hay demasiados intereses, demasiados.
--¿Qué le parece la alonsomanía que se ha desatado en España, donde todos quieren encontrar cuanto antes al nuevo Alonso, al niño que siga sus pasos?
--Bueno, una cosa es la alonsomanía, que supongo que se basa en el aprecio que la gente me tiene y en el reconocimiento de mi carrera, y otra muy distinta la manera de enfocar la búsqueda de nuevos valores. Sobre lo primero, le diré que estoy encantado de haber contribuido al crecimiento de la F-1 en España. Sobre lo segundo, me reservo la opinión.
--¿Por qué? Diga lo que piensa.
--Yo no soy ningún ejemplo a seguir. No he seguido los pasos de la mayoría de pilotos que han llegado a la F-1. No he tenido ni dinero, ni padres conocidos, ni patrocinador que me empujara, que me llevara en volandas. Es más, mi objetivo prioritario era ir a la escuela, a la universidad. Lo mío no era ser piloto de F-1. Yo corría porque me divertía, porque me gustaba, pero mi vida iba por otros derroteros. Yo iba a hacer una carrera universitaria y vivir de ella. Y punto. No tiene sentido que haya padres que piensen que la meta de sus hijos es llegar a la F-1. Eso, intencionadamente, es casi imposible de cumplir. No se puede programar una carrera así. Hacerlo es muy peligroso, ya que puede ser frustrante para todos. Especialmente para la familia, que vive en una burbuja, y cada fin de semana es un martirio: no duermen ni los padres ni los hijos. Si el niño logra un buen resultado, todos contentos; si falla, toda la semana llorando. No me parece un buen camino, pero es una opinión muy, muy personal.
--¿Cuál sería el camino?
--Lo ignoro, no he reflexionado sobre ello, pero creo que debería ser todo más natural. No tiene sentido gastarse las fortunas que se están gastando algunos padres haciendo que sus hijos corran en karts en Italia. Me parece que hay 20 o 25 niños españoles corriendo allí. Eso es la ruina para cualquier familia. Y al final puede que ninguno de ellos llegue a la F-1. ¿Sabe por qué? Porque puede que Frank Williams se decida por contratar a Zsolt Baumgartner, que tiene el apoyo de toda Hungría. Así van las cosas en este mundo.
domingo, 3 de julio de 2011
Entrevista en El Periodico de Cataluña
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Poleposition
en
7:47
Etiquetas: Entrevistas 2004
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