sábado, 11 de julio de 2009

Alonso supera los momentos de crisis con amor propio

"¿Qué si es el momento más triste de mi carrera? Pues no, perdí un campeonato de Europa, recuerdo, en los karts. Si ganaba seguía en el equipo y no tenía que pagar nada, si no ganaba pues igual volvía al colegio, eran momentos más difíciles, ahora quedé segundo, tercero o quinto el año que viene seguiré corriendo, me van a seguir pagando y voy a ir a casa tan contento". Con estas declaraciones, Fernando Alonso sacó su lado más humano el pasado domingo tras el accidente de Fuji y tras dejarse medio Mundial contra el guardarraíl del circuito japonés.

En momentos de crisis no pierde esas referencias importantes y dijo exactamente lo que sentía. Se le vino a la cabeza el peor recuerdo de verdad de su carrera, aquél título de Europa de kart perdido en Corridonia (Roma) en 1996, una de las pocas veces que ha llorado amargamente por una derrota. En Fuji se las tragó porque hay mucho camino recorrido, porque más cornás da el hambre, como dijo el torero. Lo del circuito japonés apenas fue un tropezón.

Aquella carrera de Corridonia

"Fue de las dos o tres veces que le he visto llorar, no más",cuenta a MARCA José Luis Echevarría, director del Circuito de Asturias de karting y uno de los primeros mentores de Fernando. Aquella carrera en Corridonia tiene historia porque en la final Fernando iba líder destacado después de pasar miles de mangas previas, de hacer adelantamientos que eran repetidos por megafonía, se sentía que iba a ganar su primera cosa importante y de repente el coche se paró. Horas después se enteró de que le habían cortado el cable del acelerador con una tenaza emisarios de pilotos rivales aprovechando los 10 minutos que estuvo sin vigilar el kart antes de la carrera. Se había aplazado incluso la final para ver ganar a Michael Schumacher con Ferrari en Barcelona, la primera de Ferrari en años. En esa pausa gloriosa, los que once años después se pelearían por el título, cruzaron sus vidas en la distancia. Así que Fernando sabe mirar y remirar, cómo, quién y por dónde le puede tocar un coche.

"Fui a ver qué pasaba y le vi. Aquel día lloró",sigue Echevarría, presente entonces. "'¿Qué pasó?', le pregunté. 'No lo sé, gripó de repente, iba por la recta, me había escapado y se paró'. Estaba desconsolado, llorando y se me abrazó con sollozos y suspiros".Ganó ese Europeo un tal Espinosi, pero los periodistas no fueron a él sino a Fernando. "Estaba de espaldas y no los veía y le dije: 'Nano, vienen periodistas y fotógrafos'. Aún tenía 14 años y, como siempre, se limpió las lágrimas, puso el mono para arriba, limpió la publicidad, se volvió a secar y dijo vale y allí mismo empezó a hablar. Ya daba signos de la gran persona que sería después”, recordó Echevarría en Onda Cero Asturias. Alonso nunca dijo nada de aquello y un mes después ganó el Mundial en Genk (Bélgica) por aplastamiento. Espinosi ni se presentó.

Los que le conocen saben que Fernando ha pasado pocos momentos de lágrima viva. A los 10 y 11 años, los del Circuito de Asturias de karting aún recuerdan la tremenda rabieta que se cogió al ser derrotado por su padre, José Luis, en una carrera de domingo, sin pena ni gloria. Alonso, que corría con un kart que apenas podía dominar (no daba el peso mínimo y le tenían que poner 20 ó 25 kilos de lastre, pero el quería correr con los mayores), pisó un charco, se salió y su padre, más fuerte, le derrotó. Le costó entender aquello dos o tres días.

El fichaje de un profesor de inglés

Años después, el llanto desesperado llegó en la Fórmula 3000, ya con 18 años. En su equipo Astromega no sabían lo que tenían entre manos y Fernando tenía que pilotar con los reglajes del piloto del año anterior, porque no se fiaban de sus indicaciones. "Y el punto débil de Fernando es desquiciarlo", añade José Luis. El inicio de temporada fue desasosegante, sin resultados. Estaba tan asqueado que sufrió uno de los peores accidentes de su carrera en Monza. "Yo creo que es porque no se hablar inglés y no me puedo comunicar bien con ellos",decía Alonso cuando se bajaba del potro de tortura y volvía a casa. Fichó a un profesor y se puso a dar paseos con él para que le enseñara el idioma. Sea por el esfuerzo de comunicarse mejor o porque alguien iluminó a los belgas, al final Alonso se hizo respetar y un par de carreras después llegaron los puntos, los podios y aquella memorable victoria en Spa.

MARCA

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